Tema del Mes

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que con gusto haremos llegar a los autores respectivos.


Este mes tenemos el gusto de compartir con ustedes la reseña hecha por el reconocido psicoanalista junguiano español Enrique Galán Santamaría, en relación a nuestro más reciente título, La medicina arquetípica y el morbidismo, del Dr. Alfred J. Ziegler (2023).

Para la Editorial siempre es un honor contar con las colaboraciones de tan prestigiado autor, como ésta y tantas otras previas, que son garantía de enriquecimiento para nuestros lectores, producto de su vasta experiencia terapéutica y de su muy característico intelecto —de gran extensión temática, impresionante memoria y abrumadora altura/profundidad para la reflexión—.

¡ Nosotros quedamos muy contentos con esta reseña de Enrique Galán Santamaría,
y estoy segura de que mi maestro, el Dr. Alfred J. Ziegler,
también hubiera quedado muy complacido de tan acertada valoración de sus ideas !

Editorial Fata Morgana
México
Diciembre de 2024
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Fundadora y Directora
Dra. María Guadalupe Abac ArchundiaFlag Counter



La enfermedad necesaria
por Enrique Galán Santamaría

Alfred J. Ziegler. La medicina arquetípica y el morbidismo.
Trads. M.G. Abac Archundia y F. E. Omaña Sánchez. 183 páginas.
Fata Morgana Ed., 2023

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    El papel de la Medicina en la sociedad actual excede con mucho el acto médico. Basta pensar en el entramado económico que supone la asistencia (el mundo de las aseguradoras y los presupuestos a ella destinados en el Estado de Bienestar) y la investigación (que determina la formación y la práctica médicas). Pero, más allá de la economía, tan cardinal en nuestro mundo, la Medicina constituye una ideología (Estado terapéutico, biopolítica) que instaura unas determinadas formas de relacionarnos con nuestro cuerpo y define la corrección de nuestra conducta. La Medicina es así un elemento crucial de nuestra moral contemporánea. 

    Hay muchas Medicinas, histórica y culturalmente desarrolladas, pero domina una biomedicina de carácter científico (experimental y tecnológico) que establece los estándares del enfrentamiento con la enfermedad y su propia definición. Es el mundo de los «protocolos» que delimitan la actuación médica, la «Medicina preventiva» con su sueño de adelantarse a las enfermedades futuras conociendo el genoma individual, la manipulación tecnológica, genética, hormonal y dietética para crear «posthumanos», la idea de «niños a la carta» en función de las expectativas parentales, con la idea última de erradicar la enfermedad.

    Los avances médicos, maravillosos en sus realizaciones, permiten así todo tipo de fantasías. Un mundo donde la enfermedad sería evitada o resuelta hasta su final erradicación. Conociendo su génesis podría actuarse sobre las causas. Con el instrumental teórico y tecnológico, se yugularía su decurso. El sueño fáustico del control absoluto sobre la Naturaleza.

    Los hechos desmienten esa ensoñación. Las sorpresas están a la orden del día. Lo hemos visto con la perturbación mundial que supuso la pandemia del Covid-19, pero la cotidianidad de hechos como la resistencia a los antibióticos, la extensión de la obesidad mórbida y sus patologías asociadas, la iatrogenia, las enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica y el calentamiento global, el efecto patogénico de la industria alimentaria, y tantas otras situaciones, obligan a moderar nuestras expectativas puramente tecnológicas, aunque en nuestro modo de pensar dominante apostemos por la tecnología para llevar adelante ese sueño fáustico.

    El libro de Ziegler es un mentís a todo ello.  Frente al planteamiento objetivista, su propuesta es precisamente valorar la subjetividad de estar enfermo, la intimidad. No desatiende a esta Medicina científica, de la que extrae las conclusiones pertinentes, pero al considerarla un lecho de Procusto apolíneo (formalista, abstracto, heroico, inflacionario, moralista, absolutista), intenta compensarla mediante esta Medicina arquetípica, una Medicina psicosomática apegada a la realidad del paciente y su fantasmagoría, que obliga a una mirada poética y simbólica, potenciando la reflexión y la imaginación.

    El libro de Ziegler, que parte del valor de la intuición, está cargado de hallazgos epistemológicos y clínicos. Desde su inicio, presenta sus presupuestos teóricos. En general, lo llama «morbidismo», según el cual, «todos los seres vivos, y en particular todos los humanos, sólo pueden existir como enfermos». Un pensamiento que lo emparenta con la Medicina antropológica de V. von Weizsäcker, que considera la vida como una lucha contra la enfermedad. Pero también con S. Freud, al señalar que «hay en los humanos un deseo primordial de ser inorgánicos». Con Adler, cuando al referirse al asma habla de la «expresión intuitiva de la voluntad d dominio».  Con Groddeck, al hablar de «lenguaje de los órganos» y al uso simbólico de la comunicación y su énfasis en las analogías. Con Heidegger, en la medida que piensa que «la vida humana es una vida encaminada hacia la muerte». Y, evidentemente, con Jung, pues considera su Medicina arquetípica surgida directamente de la Psicología Analítica de Jung, con su hipótesis de los arquetipos, el mundo mercurial y la alquimia.

    Para Ziegler, «el hombre es una quimera, un monstruo formado por un número casi imperceptible de contradicciones», hecho pues de «ambigüedades, polaridades, ambivalencias», donde se establece una dialéctica dominante/recesivo en sus elecciones vitales, más allá de su consciencia. La enfermedad será precisamente la voz de lo recesivo manifestada en el cuerpo. Atender a lo abandonado será la puerta a la comprensión de la enfermedad. Que no es obra del Diablo, sino de la propia Naturaleza, pues «no es un error de la naturaleza, sino su planeación, que uno caiga, se desmorone o se disuelva». Nada que ver con Darwin.

    Frente al «tratamiento», Ziegler aboga por la «terapia». Del primero dice que «es más bien una manipulación, una gestión práctica y autoritaria, mediante la cual se logra la curación en una relación perpendicular entre médico y paciente […]. Es extremadamente hostil y tiene como objetivo restaurar una imagen perdida […]. Es puritano y ejerce principalmente hechizos defensivos, exorcismo y, a menudo, la persecución fanática de la enfermedad». En contraste, la terapia, originalmente «culto, servicio o cuidado», basada en «rituales y lenguaje», «permanece en el diálogo y tiende siempre a producir relaciones horizontales entre el paciente y su terapeuta». «Verbal y muy poco práctica […] la terapia está mucho más asociada con el espíritu mercurial, que guía y seduce eternamente, esforzándose por hacer justicia dialéctica a todos los opuestos complementarios […] Reside en el crepúsculo místico, donde los opuestos se relacionan familiarmente» . Lo que busca es «redimir aquello que se ha […] somatizado».  

    El elemento central de la terapia es la conversación. Se intenta con ella inducir la reflexión sobre el cuadro clínico, los síntomas que trae el paciente a colación, para atender  a lo que «el paciente está pasando por alto». Reflexionar «diluye, fija y transforma la densidad de una enfermedad […] Sublima, redime, resucita de la enfermedad […], para que el paciente se reencuentre a sí mismo»

    Ziegler se centra finalmente en algunos cuadros clínicos. La Medicina arquetípica no pretende construir «patologías, funciones técnicas ni sistemas abstractos […], debe renunciar a la demostración de sus declaraciones […], trata con analogías, con imágenes arquetípicas relacionadas, que nos recuerdan a la magia, […], por lo que no se presenta como un sistema».

    Desde tales presupuestos, Ziegler se ocupa del asma, el prurito, las arritmias cardíacas, la anorexia, la artritis reumatoide y el dolor. (En la edición inglesa de esta obra añade la fiebre y el «hidrolito» —beber y sequedad—). Entiende «la constricción asmática» como un «deseo de dominio», El prurito como «emoción reprimida», las arritmias como «la obsesión por la armonía», la anorexia como «instinto ascético», la artritis como «un juego entre flexibilidad y rigidez» y el dolor humano como un «sadismo incrustado en el cuerpo». El autor se sirve del folklore, la mitología y las etimologías, además del discurso de la Medicina científica para intentar cernir estos síndromes. Queda al lector sumergirse en las ideas del autor.

    Para concluir, la Medicina arquetípica que propone Ziegler se inscribe dentro del enfoque psicosomático de la Medicina, anti-cartesiano, desde una perspectiva junguiana, en la que prima la noción de arquetipo como estructurador de significados históricamente desplegado. La perspectiva psicosomática ha ido siendo marginada progresivamente dentro de la Medicina científica, precisamente cuando la «Psiconeuroinmunoendocrinología» va estableciendo la relación objetivamente argumentada entre estados psíquicos y procesos somáticos. Al final, domina la lectura reduccionista de los estados psíquicos como resultado de estados somáticos (neuronales), como en la Medicina mecanicista contra la que se rebeló la Psicología Profunda.

Enrique Galán Santamaría.
España, 2024

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