Cuando constatamos la acción
desbordada de las fuerzas de la Naturaleza, con sus espectaculares y
temibles efectos, es inevitable la reflexión hacia la verdadera y
minúscula dimensión humana, personal y colectiva.
Cada año, en estas fechas, huracanes y ciclones hacen su aparición en
los océanos y dejan constancia de su paso por zonas costeras y bien
adentro en tierra firme.
Pero la Naturaleza tiene, como dicen los economistas actuales, una
“acción destructiva creativa” —ya asociada en el milenario hinduismo al
papel de Shiva en la Trimurti divina: Brahma-Vishnu-Shiva—, pues
después de la devastación llegará la renovación, en un ciclo permanente
de vida.
El mismo actuar de la Naturaleza se da en nuestro mundo interior, en
nuestra psique, donde cíclicamente pasamos por etapas creativas, etapas
estables y etapas de finalización, que nos conducen a reiteradas
renovaciones en nuestra existencia.
Pero, por supuesto, aunque en el argot de la economía, la política, la
milicia, etc., se argumente la “acción destructiva creativa”,
humanamente estamos muy lejos de poder imitar a la Naturaleza, o a las
fuerzas divinas, y deberíamos tomar un papel más sensato, realista en
nuestras decisiones, acciones y omisiones... y aquí nos referimos en
especial a la situación actual en Ucrania y en Cercano Oriente, donde
algunos de los actores beligerantes incluso insinúan el posible uso de
fuerzas sobrehumanas para sus propios fines, es decir, el uso de
fuerzas nucleares.
¡ Ojalá algún día la capacidad de reflexión humana sea mayor que su
hybris,
y aprendamos de la sabiduría de la Naturaleza, del actuar de lo
divino,
fuera y dentro de nosotros mismos !