En México, en el mes de septiembre, la tradición conmemora los “valores patrios” (del latín patrius), los valores relativos al padre (pater en latín), que deberían ser aquellos valores patriarcales que nos relacionan con la sociedad, con lo colectivo, con el mundo que nos rodea (y para un análisis completo del tema patriarcal les recomendamos mucho que lean, o relean, nuestro título de Andrew Samuels, “El padre”).

Pero un pueblo como el mexicano, cuyo inconsciente colectivo —desde la conquista en 1521— históricamente ha crecido sin una "imago masculina positiva" de lo patrio (pues su "logos" ideológico, cultural, lingüístico, religioso, guerrero, etc. fue arrasado), sigue aferrado y cobijado en ciertos valores matriarcales (un "eros" sumiso y sobreprotector), únicos valores que le fueron permitidos y/o impuestos. Incluso nuestra imagen actual de lo patrio es, paradójica y engañosamente, una “Madre Patria” (¿?) y no un símbolo de “Orden Patrio”.

Ahora, en el 2023, seguimos dando vueltas en el mismo eje, listos para los festejos dionisíacos promovidos por las autoridades, que nublan la cruda visión de la realidad, de un México lleno de violencia, criminalidad, abusos, desorden y anacronismos, etc., falto de “valores patriarcales” de orden y rumbo.

Quien hoy preside al gobierno mexicano comenzó hace unos años su mandato con la frase propagandista “Abrazos y no balazos”, continuando así nuestra ya larga tradición de la tolerancia al desorden, de un pueblo que se quedó "puer" y que siempre encuentra “protección”, haga lo que haga, en un gobierno populista, disfrazado bajo un aspecto maternal —aunque negativo, todo permisivo y sobreprotector—, y no de un verdadero aspecto paternal que lo guíe y lo ayude a madurar.

Como ya se mencionó, les recomendamos, para una mejor comprensión de los aspectos paternales (positivos y negativos), la lectura del libro de Andrew Samuels, “El padre” (2016), y para un análisis bastante completo de los aspectos maternales (positivos y negativos), el libro de Ingrid Riedel, “Más allá del mundo de la madre” (2006). También, para un análisis de cómo la ignorancia, la ingenuidad y la inconsciencia pueden incrementar los problemas (personales o colectivos), el libro “El Mal” (2001), de Andrea Dykes.