Con la automatización de nuestro mundo actual, donde actuamos en forma colectiva, creemos ser nosotros porque comemos, vestimos y tenemos todos los mismos valores, sintiendo que pertenecemos así al mundo y que estamos bien.

Pero, hay algunos seres cuya Alma se asoma a la otredad, que es la Sombra de lo colectivo. Y es tal la contaminación que esto les produce, que les impide dormir, les causa ansiedad, angustia, vacío o tristeza, y no saben porqué... Van al doctor y éste les dice: “Algo está mal en usted… Tómese esta pastilla para tranquilizarse, o esta otra para dormir, y esta más para la ansiedad.”

Esta evasión fácil no nos permite observar cómo nuestro Ser se está diluyendo cada vez más en la Sombra de lo colectivo. En algunos casos, evitamos verla porque nos molesta lo que sentimos; en otros, nos fascinamos porque nos crea curiosidad. Y empezamos a ver cómo estos síntomas nos persiguen hasta causarnos terror... Y, como en la imagen que les mostramos a continuación de esa pequeña niña que descubre su propia sombra, así caemos llorando, intentando alejarnos de lo que irremediablemente nos persigue.


A pesar de lo anterior, en muchos casos, es más fuerte el Ser original, que es capaz de surgir de la Sombra de lo colectivo. Si logramos tomar consciencia de nosotros, y hacer que emerja esa forma genuina y natural nuestra, será entonces que podremos empezar a explorar y relacionarnos con las otras partes que nos conforman: las que nos van a conducir a ser auténticamente nosotros y, por qué no, a disfrutar el momento aún cuando lo estemos padeciendo, y con ello adquirir un poco más de conocimiento acerca de qué y quiénes somos.