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¡¡¡ Cómo te pareces a tus abuelos !!!
(Los complejos heredados) Por Dra. María Guadalupe Abac Archundia En mi trabajo analítico trato
de que los adultos tomen consciencia de que hay que trabajar en
nuestros complejos y heridas psíquicas, así como tomar consciencia de
sus formas arquetípicas, para que nuestros hijos no tengan que resolver
los conflictos o situaciones que no quisimos o supimos resolver.
Jung nos habla de que todos aquellos aspectos no trabajados o resueltos por los padres serán heredados al hijo/a, para que éste continúe trabajándolos; lo anterior señala que hay un proceso de Individuación familiar y otro individual. Aquí hay dos aspectos diferentes: los complejos y heridas psíquicas heredadas de familia, y las heridas propias de nuestro nacimiento y niñez; todos estos van conformando formas arquetípicas familiares. Es importante la consciencia que tomemos de estas últimas, así como de la configuración familiar que propicia que se constelen, ya que todas tienen su lado luminoso y, también, su lado oscuro. Observamos familias que se terminan, se acaban, porque no hay ya forma energética que estimule su sostenimiento, ¿o será que esa familia ya concluyó lo que tenía que resolver como grupo? Es interesante también, en el cuadro familiar, que cuando hay conflictos entre los padres los hijos toman un papel compensatorio, ya sea del padre, la madre o ambos, para poder sostener la unión de la familia.
Una forma es que aceptemos, en
cierta manera, que fue una elección genética, y que eso es lo que nos
toca y tenemos que resolver, ¡es nuestra tarea de vida! Heredamos
características psíquicas, físicas y biológicas de los padres, y es así
como se va desarrollando y perfeccionando nuestro grupo humano.
Otros, por ejemplo los griegos estoicos y los gnósticos, hablaban de las Moiras, la Hairmarmene, el Destino, el Karma... consideraban las herencias psíquicas como aquellas cualidades que se adhieren al Alma cuando baja en busca de un Cuerpo, y éstas deberían ser vividas o redimidas en esta existencia terrenal. Psicológicamente hablando, son los arquetipos heredados (la forma de...) y sus complejos (la energía, la intensidad de...). Aunado a lo anterior están nuestras propias heridas psíquicas, consecuencia de las formas de relación con nuestros padres o con nuestro colectivo. Estas heridas van a derivarse en complejos, que nos impulsan a actuar casi de una manera automática, por ejemplo al elegir pareja, trabajo, personas, situaciones, etc., y que enfatizan reiteradamente nuestra herida primaria. Nuestro trabajo es tomar consciencia, poner orden, en ese encadenamiento de causas y efectos; y cuando esto se resuelve desaparece la necesidad de actuar esa forma arquetípica, es decir, se da su transformación. En la idea griega existía un verbo, “Meiromai”, que significa: tomar parte; esto es exactamente el trabajo analítico, tomar parte en la concienciación y transformación, en la creación de nuestro destino. Podemos ver que cuando no estamos trabajando en la transformación arquetípica, cuando no nos hacemos responsables de esto, el arquetipo funciona a su libre albedrío, y entonces vivimos el destino trágico. Al tomar consciencia transformamos las causas y, por consiguiente, los efectos. El trabajo analítico es justo la concienciación de los arquetipos que heredamos y de los que se evocan en los primeros años de nuestra niñez (cuando estamos totalmente abiertos al inconsciente colectivo). Insisto, sólo en la concienciación, redención y transformación de esta forma arquetípica, y del impulso compulsivo que nos hace repetir nuestras conductas, está la posibilidad de cambiar las causas y los efectos, es decir, de trabajar en nuestro proceso de Individuación; por consiguiente, el destino será una vida más creativa. Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Septiembre de 2014 |