Leyendo el libro “
El cáncer: un
acercamiento simbólico”, de
María Mora Viñas, editado por Fata Morgana, el cuál gentilmente
me enviara a Montevideo la Dra. María Abac, quedé conmocionada ante la
frase: “
el cáncer (que bien
podríamos decir la enfermedad)
vive
algo de la vida no vivida”. Lo cerré allí ya que esa frase
realmente me había resonado. Y estuve reflexionando sobre ella un buen
tiempo.
¿Qué significaba para mí la vida no vivida? ¿Quizás
lo que mi propia enfermedad me había quitado? O tal vez ¿los sueños que
habían quedado dormidos? Y la respuesta en mi caso era: no, no es eso.
A pesar de todo, había tomado las decisiones que las circunstancias me
permitían hacer. ¿Estaba arrepentida? Tampoco. No se debe una
castigarse ante la adversidad que nos toca transitar.
Las enfermedades y las contrariedades nos
fortalecen, nos hacen sacar las fuerzas titánicas que tenemos dentro.
Nos hace valorarnos desde otro punto de vista. Desde la comprensión de
lo que verdaderamente somos. Pero he visto algunos casos que no les ha
producido el mismo efecto. Sino que en aras de recuperarse apelan
a su propio yo, cosa que no está mal, pero se quedan impregnados de
egoísmo.
La vida no vivida es casi la muerte vivida. Y vaya
que existen variables para que podamos sentirnos por momentos muertos
en vida. Nombrarlas sería cuasi irrespetuoso ya que cada individuo
sufre diferentes impactos. Y lo que alguno lo demuele a otro no.
Hay un poema del poeta colombiano
Antonio Muñoz Feijoo (1851-1890)
que leí siendo muy joven que decía:
“No
son los muertos los que, en dulce calma,
la paz disfrutan de la tumba
fría;
muertos son los que tienen
muerta el alma
y aún viven todavía.
No son los muertos, no, los que
reciben
rayos de luz en sus despojos
yertos;
los que mueren con honra son
los vivos,
los que viven sin honra son los
muertos.
La vida no es ésta que vivimos.
La vida es el honor, y es el
recuerdo.
Por eso, hay muertos que en el
mundo viven,
y hombres que viven, en el
mundo, muertos.”
Entonces, dependerá de cada uno, que las
circunstancias que nos toquen vivir, nos demuelan o nos fortalezcan.
Que vivamos plenamente, o que transitemos nuestra vida como muertos
vivos.
Alguien me dijo hace poco: La que te demolió fue la
enfermedad siendo tan joven. Y le dije: No. Lo que me ha demolido ha
sido mi no acción frente acciones de otros que afectaban mi propio
camino. Me costó entenderlo, pero vivir la vida implica permitirse
también perder algunos momentos de ella. Hechos del pasado que ya no
existen, que son irreversibles pero que de algún modo, nos permitieron
forjar el ser que hoy somos.
Entonces la vida no vivida no es más que la
consecuencia de los hechos o decisiones que hemos tomado en el
transcurso de ella. Cada decisión es una nueva ruta a seguir. Y si
estamos intentando mirar hacia atrás para retomar un camino anterior,
no veremos las piedras que tenemos delante para sortear en esta nueva
aventura que hemos emprendido. Y que quizás pueda ser más venturosa que
la anterior. Obviamente, dependerá de las nuevas decisiones que
tomemos. Pero si no las tomamos estaremos empeñando nuestro ser y no
lograremos llegar a la nueva meta emprendida.
Otra frase que siempre me impactó fue:
To be or not to be. That’s the question,
de William Shakespeare. Que siempre interpreté como: Ser o no ser. Esa
es la pregunta.
Sin embargo, el verbo
to be, significa al mismo tiempo:
ser y estar.
Así que escribí esta poesía que refleja de alguna
manera, mi interpretación.
Dualidad
Suelto los nudos
que me atan.
Anquilosados al tiempo.
Vibro ante la presencia
de la mágica incertidumbre
del ser o no ser.
Aguardo el momento preciso
para rearmarme y renacer.
Más a medida que avanzo
me detengo en ver
que hay otras sogas,
otros piensos que me unen
al no ser.
Estar y ser al mismo tiempo.
Incógnita extraña
que me cuesta responder.
Salida que se alza
imponente frente al abismo
inerte de mi necedad del ser.
Silencio, miedo a parir
la instancia de mi nuevo ser.
Ser y no estar, estar y no ser
dualidad única
que exige fortaleza
y convicción de vivir.
Elijo ser
aunque no esté.
Porque al estar sin ser
empeño los sueños
y mi amanecer.
Jacqueline
Listur Astegiano
Montevideo, Uruguay
“He sido empresaria, ejecutiva,
editora de libros y numeróloga.
Trabajé en diversas emisoras de
radio como conductora,
CX 26 Sodre y CX 30 La Radio,
entre ellas, en momentos difíciles de nuestro país.
Pero sin importar cuál fuera mi
actividad del momento, siempre tuve la necesidad de crear,
de imaginarme cosas y soñar, de
disfrutar con ellas. Y en eso estoy”