El Ánimus
ideal (continúa, 2a. parte)...
por Dra. María Guadalupe Abac
Archundia
En relación al tema del ánimus,
que ha causado tanto interés estos dos meses, les comparto ahora cuatro
más de los comentarios recibidos, que muestran reflexiones producto de
un trabajo analítico junguiano.
En este tipo de trabajo psíquico utilizamos nuestras propias
“asociaciones” personales (es decir, nuestro material personal
vivencial), junto con “amplificaciones” de material externo, como
películas, novelas, mitos, cuentos, pinturas, etc. (es decir, material
colectivo), para lograr avances en nuestro proceso de conscienciación e
individuación, y es lo que trato de estimular en el trabajo psíquico de
todos nosotros.
Espero que estos ejemplos reales, que publicamos ahora en forma
anónima, les incentiven a ustedes a continuar sus propios trabajos
analíticos.
Dra.
María Guadalupe Abac Archundia
Agosto 2016
Comentario 1
María
La lectura que nos compartes en el tema del mes me pareció muy
interesante y útil.
Me permitió, por un lado, hacer un recuento de las proyecciones que le
he hecho a los hombres con los que me he relacionado (la experiencia
personal con los representantes del otro sexo), y a decir verdad con
algunos me fue mas fácil identificarlas que con otros; y por el otro,
también reconocer la imagen colectiva del hombre con la que crecí.
Sobre esta última, los mensajes que recibí desde la infancia e
interioricé por muchos años (como hasta los treinta y tantos, ¿o
cuarentas?) tenían que ver con que los hombres eran malos, que sólo se
querían aprovechar de las mujeres, que la vida es más fácil para ellos
que para nosotras, que siempre se iban, que abandonaban. En mi interior
por mucho tiempo escuche esa voz “de todos modos los hombres siempre se
van”, con el dejo de que nos abandonan.
Esto lo interioricé de mi madre; en varias ocasiones le escuché
comentarios en tono de agradecimiento hacia mi padre por que no nos
había abandonado (a ella y a sus 13 vástagos). Yo pensaba: “que buena
onda mi papá”, pero ya de adulta pensaba: “y por qué agradecerle si era
su deber como padre”.
En fin, junto a estos mensajes estaban los otros: a los hombres hay que
respetarlos, atenderlos, estar al pendiente de lo que ocupen, una mujer
tiene que tener un hombre para que la respeten. Y este “hombre” era tu
padre, marido, hermano o hijo. ¡Ah, y siempre se les servia de comer
primero a ellos!: “sírvanles primero a los hombres”, “que coman los
hombres primero”, eran frases que repetían mi madre y las otras
mujeres.
Por muchos años los hombres me fueron “ajenos”, la otredad. ¿Cómo eran
realmente los hombres? ¿Qué querían? Esos de carne y hueso con los que
una se topa, fuera de esta imagen colectiva?. Por fortuna tuve varios
amigos, novios, amantes, compañeros de taller, y poco a poco se fue
disipando la nube que cubría al otro.
Y luego cuando entré a terapia y a los cursos la cosa se complejizó: ya
no podía responsabilizar al otro de mi desgracia o proyectarle aspectos
sombríos míos, como lo hice con el padre de mi hija: él era el
irresponsable, el agresivo, el mala onda. Claro, cuando una proyecta
aspectos considerados positivos no hay problema, le cae a una re-bien
el marido, el problema es cuando pasa lo contrario.
La autora dice que cuando la discriminación entre la imagen y la
persona se manifiesta, la mujer trata de hacer del hombre lo que ella
piensa que debería ser, lo que para ella representa. Totalmente de
acuerdo con ella, eso me pasó muy claramente con el papá de mi hija.
Esto es muy fuerte María, porque hacemos infeliz al otro y a nosotras
mismas.
Con mi pareja actual todavía me pasa en ocasiones, y es una tarea
cotidiana decirme: “él no es yo, él es él, por qué tendría que
comportarse, vestirse, comer, hacer, ser, como yo creo que debería
ser”. Cuando hay cosas que me caen bien gordas de él me digo: “pues
chéquese su ánimus, mija”, “usted desarrolle otras características”. Y
pues es trabajo María, es trabajo.
Una cosa de la lectura que no me sabía y me sorprendió fue lo que dice
la autora sobre otra instancia del ánimus que es la función de
“guardián del alma”, que nos guía hacia algo. Me parece que no he
reconocido del todo (¿o nada?) esta función de mi ánimus, y mira que
qué falta me hace!
Sobre las películas que nos sugeriste María, sólo he podido ver la de
1948. Qué interesante, ¿verdad? todo lo que él llega a representar para
ella, y como esto puede ser un elemento colaborador, perturbador o
destructivo, como dice la lectura. Espero en esta semana ver la otra
película y ya la comentaremos.
Gracias María por la lectura de Emma J., mucho para reflexionar!
Un abrazo!!!
Comentario
2
Hola María, aquí mis comentarios
sobre la película, vi la versión más reciente, la del 2004.
La película me gustó mucho, me pareció muy interesante, la fotografía
hermosa, escenas bellísimas que retrataron las realidades de una
sociedad china en la que las diferencias entre clases eran muy
marcadas: la pobreza de una familia formada por dos mujeres y la
opulencia de los militares y del escritor.
Me llamó mucho la atención el amor que la protagonista Xu Jinglei
comienza a desarrollar desde temprana edad por el escritor, lleno de
imaginación, en el que la chica idealiza totalmente a su amado.
Esta idealización, característica en el enamoramiento, no le permite
ver al hombre “real” del que se está enamorando, construye dentro de su
mente características que la hacen permanecer inquieta, expectante,
añorando tener contacto con él. Es incapaz de observar la falta de
compromiso que su amado tiene en sus relaciones con las mujeres. Las
mujeres son objetos que satisfacen sus necesidades y no crea ningún
tipo de relación con ellas, las usa y las deja.
Este amor ideal que ella siente por él, la conduce a tomar decisiones
en función de estar cerca de él, descuidando su propia seguridad e
integridad. Primero sus estudios en la escuela de magisterio que la
llevan al encuentro sexual con él y luego a su embarazo. Su primera
dosis de realidad surge en el momento en el que él no vuelve a
buscarla, este hecho le revela aspectos de la naturaleza de su amado y
ella se marcha sin decirle que está embarazada. ¿Qué la llevó a
relacionarse con un hombre así?
La falta de preparación y la situación de pobreza en la que se
encuentra la conducen a prostituirse, de esta manera se mantuvo
económicamente y sacó adelante a su pequeño hijo; posteriormente actúa
aspectos que la llevan a una situación en la que se degrada totalmente.
Hacer el amor con un hombre que no la reconoce, qué grado de
enajenación hace que un hombre no reconozca a una mujer con la que ha
tenido sexo y en ella, qué grado de desconexión consigo misma la lleva
a someterse a esta dinámica. Es una tortura hacer el amor con alguien
al que se ama y saber en el fondo que él no sabe quién eres.
Y por último (y principio a la vez) la carta en la que le cuenta toda
la historia a un hombre que por fin se topa con la realidad, un hombre
que ha vivido sin vivir.
La historia me invitó a la reflexión, me permitió ver la proyección de
lo masculino de ella en el escritor (y a hacerme preguntas sobre mi
ánimus, lo que tengo consciente y lo que no) y cómo esta proyección la
conduce a la destrucción (en qué momentos he dejado que mi ánimus
actúe, así como otros aspectos de mi personalidad, y me he conducido
dándole todo el poder y cómo hacer para que esto no suceda así). Me
queda claro que como mujeres, los hombres con los que nos relacionamos
representan aspectos de nuestro ánimus y hay que trabajar para tomar
conciencia de esos aspectos, aprender lo que tengamos que aprender y
seguir el ciclo de la vida de tal manera que nos tratemos con amor y
dignidad.
Me gustó mucho, me identifiqué con ella en una edad en la que el amor
platónico llenaba un vacío en mí, me daba vida soñar con alguien que no
estaba a mi alcance y al que yo le ponía muchas cualidades y casi
ningún defecto. También, de alguna manera, cuando ella mantiene esta
relación de prostituta con el hombre al que ha amado siempre pero que
él no la ama, me conectó con mis aspectos masoquistas de permanecer en
relaciones en las que no había reciprocidad.
Muchas gracias María por la recomendación, hay mucha tela de dónde
cortar para el análisis de esta película.
Comentario
3
María, gracias por llevarnos en estas reflexiones, lecturas y películas
por un camino más amplio y más entendible, sobre todo de una manera
como siempre, amena y profunda a la vez.
Vi la película "Carta de una mujer desconocida", donde la protagonista,
con un padre ausente (muerto en este caso), tiene una gran indecisión,
la cual sólo aparece cuando encuentra su "hombre ideal", que la enamora
primero por el oído y luego visualmente. Desde que lo conoce
personalmente, lo sigue; se vuelve hasta una obsesión, dejando de
desarrollar aspectos masculinos importantísimos para su diario vivir,
tales como ser emprendedora, salir al mundo con seguridad. De hecho
tiene un empleo muy femenino en una casa de modas para damas. Y se
enamora de un hombre "don Juan" (¿tomado por el complejo materno?)
Ella se entrega totalmente y nace una creación, que desgraciadamente
muere al no ser valorada por su propia madre, quien la abandona en pos
de ese "ideal". Pero ella también muere al no verse valorada,
reconocida por el hombre externo, y tampoco reconocer cómo otro hombre
le ofrece ese reconocimiento.
Otro aspecto que me pareció interesante es ver a ese tipo de hombre,
que cuando siente que se acaba su juventud, su belleza externa, también
abandona su don, lo que le permitía tener la vida que él deseaba.
Me sentí identificada y movida, al ver este caso que tan evidente
muestra la necesidad que tengo de reconocerme, sin necesitar motivos
externos o aprobación. Ser yo misma, con la responsabilidad que eso
conlleva, precisamente toma de decisiones, ser emprendedora, creadora.
De nuevo muchas gracias por otro tema tan nutritivo.
Comentario
4
Querida María,
Me gustó cómo presentaste el tema de este mes, empezando por la
afirmación de: la pena de echar a perder el camino del amor quedándonos
en el “enamoramiento”. Pienso que esto va para cualquier tipo de
relación, idealizando al otro y no “relacionándonos” de verdad con la
persona que está frente a nosotros.
Reflexionando sobre esto puedo distinguir todo un recorrido caminado
con cada una de las personas con las que me he relacionado, iniciando
por los ideales de niña y expectativas propiamente mías puestas en el
otro, a toparme con desilusiones al ir poco a poco haciendo consciencia
de la persona que realmente está frente a mí… y estos caminos siguen,
dándole forma a una relación cada vez más real.
Duele tocar la realidad que no coincide con mi propio ideal
(inconsciente, claro) pero el resultado para mí ha sido reconocer al
otro en su humanidad, de forma más completa, y al mismo tiempo
descubrir mi propia humanidad. Cuando he tenido momentos en que el otro
y yo podemos reconocernos y aceptarnos mutuamente (es decir, yo hacia
mí y yo hacia él, y viceversa) con nuestra propia carencia y nuestro
propio límite, se abre un espacio hermoso en que ambos nos sentimos
consolados y acompañados en nuestra humanidad.
He disfrutado mucho María cuando extiendes un tema (y el tema lo
permite, claro) presentándonos comentarios de los demás. Me parece un
material muy rico y siento como si se abriera un diálogo. Cada uno en
sus propias circunstancias y en su propio ser, capta y expresa ideas
muy diferentes, esta diversidad que surge de una misma semilla/tema, me
parece fascinante.
Gracias María y gracias a la editorial por este tema del mes