Tema del Mes > Junio 2009

Nota: Lo invitamos a participar, enviando a nuestro E-Mail
sus comentarios respecto al Tema del Mes y Temas de Meses anteriores,
que con gusto haremos llegar a los autores respectivos.

¡Vivir haciendo alma!
Por Dra. María Abac Klemm

Pasó ya el momento crítico de la Influenza A en la Ciudad de México, la temible pandemia fue detenida a tiempo y con resultados positivos… nos queda sólo la memoria del evento y las experiencias vividas y aprendidas en el período (el choque de nuestra cuestionable grandeza humana reducida por un simple y poderoso virus).

Entre éstas últimas, como mencioné en el pasado Tema del Mes (mayo de 2009), está la experiencia del retiro, del alejamiento, de la ruptura de la relación humana: la deshumanización, ¡ese vivir sin hacer alma!

Deseo ahondar un poco más en el asunto, pues sus consecuencias son aún más nefastas que la misma pandemia que originó pudiéramos apreciar, tan de cerca, este padecimiento psíquico contemporáneo (y que, por cierto, no parece ser vigilado ni tomado en cuenta por las instituciones de salud de ningún gobierno en el mundo).

A unas semanas de pasada la crisis de salud social, y en relación a la deshumanización, podemos observar que algunos, la mayoría afortunadamente, reconectaron con su alma y su vida cotidiana... pero otros (y esperaríamos que por ahora sólo los menos) se apartaron más, acentuando el frío alejamiento.

Desde un punto de vista junguiano humanizarnos, hacer alma, psiquizar la vida, requiere de estar dispuestos a desarrollar un aspecto venusino, la belleza per se, de involucrar la creatividad en nuestro diario existir… es decir, de poder vivir y trabajar gustosos, con pasión aunque haya sufrimiento (y que de éste saquemos la experiencia y el conocimiento nuevos que nos permitan crear, pues el sufrimiento es también un camino para ir haciendo alma). Tener la capacidad de llorar, reír, crear, de disfrutar en los momentos simples y sencillos de cada día, no esperar sólo los grandes logros, acontecimientos o adquisiciones, ¡no vivir únicamente en la superficie de nuestro existir sino profundizar, y que así haya esencia en lo que hacemos! Para todo lo anterior se requiere el eros, es lo que nos permite enamorarnos y desenamorarnos de la vida, y en este sufrir y gozar se teje la creatividad y la vida misma.

Pero ya no hay tiempo libre para ese disfrute, para ese degustar con calma la vida y sus placeres intrínsecos e intangibles. Ahora nuestra sociedad está vertida solo a la tangibilidad, parece estar descrita por las palabras Cantidad, Rapidez y Apariencia: todo se elabora en masa, en forma rápida y mecánica, en perjuicio de sus contrapartes Calidad, Calma y Esencia. ¡Eso limita la capacidad del alma para vivir!

Entre este acontecer mundano y el HACER ALMA, entre los polos opuestos, se requiere tender un puente, sensual y amoroso, que sólo se da en el proceder venusino y su inseparable componente de eros (erótico). Pero hay que tener presente que para HACER ALMA, según el mito de Eros y Psique, ésta última debe llevar a cabo tareas arduas y penosas, y para ello debe ser activa, ingeniosa y creativa, hasta que el Eros madure… solo entonces la sensualidad y belleza se manifestarán, ya sin la envidia y celos sino con la realización del SER que lleva tener alma.

Veamos ahora dos casos donde se dio este proceso, este puente, ambos en un aislamiento forzoso; uno fue exitoso y otro no.

Recientemente, una paciente y alumna mía me entregó un escrito donde reflexiona cómo el alejamiento, el aislamiento físico, provocado por la contingencia de la Influenza, le permitió el tiempo y espacio necesarios para reconectarse con ella misma, y encontrar cómo dar movilidad, creatividad e intereses nuevos a su alma, que había estado estancada, ausente, falta de contacto consigo misma, con su familia y con el diario vivir.

Ella describe haber experimentado “…una vida cómodamente anestesiada, sin emociones, acciones, pasiones, sin convicción, y por consiguiente sin alma.” La falta de introspección y reflexión la llevó a perderse a sí misma.

En este aislamiento forzado descubre que tiene miedo… miedo de compartir afecto y amor, miedo de fallar a ser preciosa y aceptable, miedo de perdonarse y perdonar a lo que la ha herido… descubre que ese miedo la desconecta, y con esta desconexión viene implícita la inhabilidad de comunicar su ser interior y exterior con el mundo y las personas importantes en su vida.

En este forzado encierro un sueño le mostró claramente lo que ha y había hecho en su vida los últimos años. Por razones obvias de anonimato no se presenta el contenido original, pero baste decir que éste le aclaró en dónde había perdido el alma y, por lo tanto, la capacidad de amar. El material onírico la ayuda a querer ser más proactiva, a tomar más riesgos, a intentar llevar una vida más plena y abrir el corazón, atravesando el miedo a romper la no comunicación, a poder perdonarse y perdonar.

Se dice que el miedo es el perímetro que nos separa del mundo y hace que la distancia con éste aumente o disminuya, haciendo así nuestro umbral de tolerancia con el mundo exterior y nosotros. Disminuir este cerco, así como ella, a muchos de nosotros nos podría permitir relacionarnos más con la esencia del ser, que con el simple hacer.

El segundo caso es el de una persona a quien el miedo a fallar y no ser perfecta la ha llevado también a un aislamiento, no realmente social sino a la no relación, al no vínculo con el mundo y con ella. La fuente de su problema es el deseo de perfección y, por ello, las opiniones severas y contundentes del ánimus, que compensan sus sentimientos y emociones reales (en los hombres podríamos encontrar que se conducen bajo decretos u opiniones colectivas, sin una verdadera relación afectiva y emocional, en una carencia de ánima madura). Esto le impide relacionarse de forma honesta con ella y con su mundo, en la verdad de su ser.

Casos como este último nos permiten ver que la gente vive con un pensamiento mágico, obsesionados por tener cosas y parecer lo que no son; esto ocasiona en ellos un gran vacío y frialdad.

Observamos en ambos casos el deseo de volver a la vida, de humanizarse, de hacer alma, a través de elementos de introspección, reflexión y creatividad (propios del comportamiento venusino), aunados al deseo honesto y maduro de relación y acción (propios de un eros positivo).

En el primer caso el paciente decide entrar a la vida y a la relación; en el otro, decide quedarse en el mundo de la Idea de Perfección.

Nuestro camino de individuación, nuestra vida, requiere de reflexión e introspección pero, también, de acción y extraversión; debe ser un puente entre los polos opuestos, debe ser la conexión entre las realidades de nuestros dos mundos: el interno y el externo. Pero se debe entretejer con belleza, armonía, creatividad y sensualidad; y siempre vincular la vida con eros, para que haya alma, esencia, en nuestros haceres. El sufrimiento es también parte de lo que nos permite hacer consciencia, ya que en la comodidad no creamos pues todo lo tenemos resuelto.


Dra. María Abac Klemm
Junio 2009


LogoSmall