Tema del Mes > Mayo 2009

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¡Qué contradicción, qué paradoja de opuestos!
Por Dra. María Abac Klemm

Nuestra titánica, moderna y globalizada Ciudad de México, reducida y vulnerada por un ser minúsculo, imperceptible a la simple vista, ¡un virus!

El tema del que había pensado escribir este mes de mayo era sobre la interesante relación psíquica entre el suicidio y el agua (ya lo haré posteriormente). Pero los acontecimientos recientes en la Ciudad de México me hablan de otro tipo de suicidio, del que deseo comentar ahora por su relevancia: ¡el suicidio de nuestra parte humana!

Los sucesos actuales -debidos a la epidemia por el virus de la “gripe porcina”- y las correspondientes actitudes sociales, como si se tratara de una espeluznante parodia, logran exactamente representar lo que esta sucediendo al Ser humano de hoy en día (en todas las geografías): la deshumanización.

El escenario y la trama son: la ciudad casi desierta, no estar cerca de nadie, no ser amables en nuestra fisicalidad -al no darnos la mano o saludarnos amablemente de beso, por ejemplo-, salir de casa lo menos posible, no convivir en grupo -por el temor a ser transmisores o contagiados por el virus-, el silencio y la incomunicación implícitos en el uso del tapaboca, etc., en pocas palabras... ¡paranoicos el uno del otro!

¡El desenlace solo puede ser el suicidio de nuestro lado humano!... en esta ocasión producto de una paradójica tensión entre lo titánico versus lo minúsculo, la Ciudad de México y el virus que nos aqueja... pero ¿cuántas otras formas encontrará esta tensión para hacerse presente? ¿cuántas otras formas habrá de eliminar nuestro lado humano? ¿va la especie humana hacia la pandemia del suicidio psíquico?

Ya mucho se ha especulado acerca del porqué nuestra ciudad fue “elegida por el virus”... entre muchos otros factores físicos, sociales y psíquicos, menciono algunos que desde mi perspectiva junguiana considero de interés: que es una ciudad altamente estresada, que se vive con mucho miedo e inseguridad, que es una ciudad enorme y un pandemónium, donde las distancias son largas, agotan la paciencia y producen agresión, que es una ciudad poco humana, que no tenemos mucho contacto con los demás, que no hay tiempo de sonreír y menos para reír, que andamos siempre de prisa, etc. La paralización de la economía traerá consigo, sin duda, serios trastornos psíquicos adicionales entre la población. ¡Todo lo anterior desgasta nuestro sistema inmunológico!

¡Es triste constatar hasta dónde hemos llegado! Ayer que salí a trabajar, encontré un Polanco vacío (Polanco es la comunidad en la que se encuentra mi consultorio en la Ciudad de México, y se caracteriza por ser muy concurrida, bulliciosa y llena de actividad): negocios cerrados, los pocos seres que caminábamos lo hacíamos aislados, silenciosos… y pensé que esta medida sanitaria también podía ser usada desde un lado oscuro: llevarnos al aislamiento, para así pedirnos -o imponernos- algo, y que por miedo nos sometamos. ¡El miedo, el pánico, son formas utilizadas desde siempre para doblegar voluntades! Tener a un Ser aislado, sin comunicación ni fisicalidad, es hacer un Ser fácilmente vulnerable a cualquier fuerza, ya sea externa o interna, en especial a las oscuras. Sobre este aspecto de sombra colectiva, el Lic. Daniel de Laborde amablemente me hizo llegar el link de Internet de un video muy fuerte pero interesante, que narra acerca de Naomi Klein y el Shock Doctrine... se los comparto.

Necesitamos “ventilar”, por decirlo así, esta ciudad inmensa. Necesitamos vivir sin tanto miedo ni estrés, y con mejores formas de asepsia y relación humanas.

¡Se requiere cambiar esta actitud hacia nuestra humanidad! Con ello concienciar nuestra sombra, crear vínculos con ética -y si no hay ética, como en el caso de los sociópatas, al menos someterse a principios morales- que nos permitan poner límites adecuados a los demás y a nosotros mismos, aprender a respetar los espacios comunes -urbanos y naturales-, ser considerados con nuestros congéneres y mantener nuestra ciudad y planeta lo menos contaminado y limpio. Y lo anterior nos concierne a todos, porque este desequilibrio es “hijo de todos”, así como se decía en el Olimpo del mítico dios Pan -el posterior y cristiano Luzbel-, quien hace presencia en las tan actuales palabras: pánico, pandemia, pandemónium.

¡Tenemos que aprender a estar en Tao! Es decir, lograr armonizar nuestro Ser, mantener tanto lo físico, el alma y el espíritu en armonía. Jung citaba constantemente, para ilustrar la importancia del Tao, el cuento oriental de “El Hacedor de lluvia”, que aplica bastante bien en nuestra situación:

El Hacedor de lluvia

Hubo una gran sequía donde Wilhelm vivía; durante meses no había caído ni una gota de lluvia, y la situación se volvió catastrófica. Los católicos hacían procesiones, los protestantes oraban y los chinos quemaban pebeteros y hacían disparos al aire para asustar a los demonios de la sequía, pero sin resultado. Finalmente los chinos dijeron: “Iremos a buscar al Hacedor de la lluvia.” Y desde otra provincia apareció un viejecito arrugado como un pergamino. Lo único que pidió fue una casita tranquila en alguna parte, y allí se encerró durante tres días. Al cuarto día se juntaron las nubes y hubo una gran tormenta de nieve en una época del año en que no se esperaba nada de nieve, una cantidad inusual, y la ciudad estaba tan llena de rumores acerca del maravilloso Hacedor de la lluvia que Wilhelm fue a preguntarle al viejecito cómo lo había hecho. En una típica forma europea le dijo: “A usted lo llaman el Hacedor de la lluvia, ¿puede decirme cómo hizo llover?” Y el viejecito le contestó: “No fui yo el que hizo llover, yo no soy responsable.” “Pero, ¿qué hizo entonces en estos tres días?” “Oh, puedo explicar eso. Yo vengo de otro país donde las cosas están en orden. Aquí no lo están, no están como deberían estar por ordenanza del cielo. Por eso el país no está en Tao, y yo tampoco estoy en el orden natural de las cosas porque estoy en un país que no está en orden. De modo que tuve que esperar tres días hasta que retorné a Tao y entonces naturalmente Tao hizo llover.”

¡Quizá esto es lo que necesitábamos, para en nuestro retiro ponernos en Tao! Les deseo la mejor salud, y bienestar espiritual y físico.

Dra. María Abac Klemm
Mayo 2009


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