Este mes tengo el gusto de presentarles un
nuevo texto de don Enrique Galán Santamaría, donde nos señala varias
ideas interesantes e inquietantes sobre el ya milenario sistema
patriarcal y sus consecuentes relaciones masculino-femenino, su estado
actual y tendencias previsibles, desde puntos de vista culturales,
biológicos, sociales y políticos. Creo que todos podemos constatar sus
observaciones, ojalá también pudiéramos constatar su conclusión
dialéctica.
Dra.
María Guadalupe Abac Archundia
Abril 2017
¿Qué pasa
con los hombres?
por
don Enrique Galán Santamaría
Los datos sobre los inquietantes asesinatos de mujeres, los abusos
pedófilos por parte de varones, la “industria rosa” y el movimiento
LTGBI como vanguardia política, la diferenciación lingüística de los
géneros en los discursos oficiales, el machismo social y su grado de
violencia autoritaria y tantos otros fenómenos sociales e individuales,
revelan el recorrido de la crisis del patriarcado en la sociedad
occidental a partir de los años 20 del siglo XX.
La genética nos dice que el cromosoma Y humano es recesivo, a causa de
la contaminación ambiental, y que puede desaparecer en 125.000 años. Se
extiende el descrédito de una autoridad patriarcal que ha dominado el
imaginario colectivo durante cinco milenios, según la
documentación, dando prioridad al varón y a sus valores. Actualmente,
se identifica a lo masculino con sus rasgos negativos de dominación
mediante actos de violencia, ensombreciendo el imaginario del héroe, el
legislador, el maestro..., cuya faceta oscura ha salido a la luz.
Presos de los estereotipos de los medios de comunicación, varones y
mujeres se ven envueltos en una lucha de sexos que perturba sus
relaciones cotidianas. El amor natural del que habla la lírica de todos
los tiempos, con su deliquio y su tormento, se concibe como un tema
hormonal o una dominación biopolítica. La alianza entre hombres y
mujeres para apoyarse mutuamente y llevar su vida adelante se carga de
sospecha.
Macho y hembra, masculino y femenino, han sido categorías para
organizar el cosmos, los oficios y la economía, las relaciones humanas.
Al ponerse bajo la lupa del relativismo cultural, hemos ganado en
objetividad, pudiendo diferenciar las capacidades psíquicas de sus
adscripciones de género (la valentía femenina es generalmente mayor que
la masculina, por ejemplo) y la psicología diferencial ha permitido
captar el sesgo masculino de las investigaciones biológicas y médicas.
La sospecha sobre lo masculino, tradicionalmente asociado al impulso y
la consciencia, no sólo pone sobre las mujeres una carga suplementaria,
sino que deshabilita al varón para cumplir con su propia tarea
imaginaria. La orfandad del varón conduce inexorablemente al
abandono de la mujer, privándola de los placeres que ella encuentra con
él. En el peor de los casos, al feminicidio.
Esta separación hostil entre los sexos y los géneros debilita a la
población para enfrentarse con el tirano, en sus distintas formas
(dictadura política, económica, tecnológica…). Sabiendo que hay
una dialéctica entre amor y poder en las relaciones personales,
idealmente se trataría de que el poder protegiera al amor y el amor
impulsara el poder constructivo
Enrique Galán Santamaría
Abril 2017