Este
mes les compartimos un regalo que recibimos en el correo de la
editorial, con motivo de la conmemoración de la fiesta de Pascua,
procedente de una lectora y colaboradora, estudiosa de la psicología
junguiana y pintora, entre otras cosas... su pintura simboliza la
Sangre y el Cuerpo de Cristo, cuyo sacrificio fue ofrecido para
enseñarnos a amar.
Pero esta acción nos resulta muy difícil, porque por lo general imperan
nuestros egoísmos, sentido del poder y aspecto depredador sobre el
otro. Más en estos tiempos, en donde se ha reavivado ese impulso del
humano a la destrucción, motivados por la posesión material o la
imposición de ideas y creencias.
Aquí cito a René Girard, cuando dice que los evangelios gravitan
alrededor de la pasión y que, como en todas las mitologías del mundo,
la víctima rechaza todas las ilusiones persecutorias, rehusa el ciclo
de la violencia, y lo sagrado –el chivo expiatorio– se convierte en el
Cordero de Dios, Símbolo del Amor. A partir de esta creencia, los
perseguidores se pueden convertir en perseguidores avergonzados.
En la Resurrección, Cristo emerge como la posibilidad del gran perdón y
el amor. Por eso el signo de la Copa y el Pan, la Sangre y el Cuerpo de
Cristo.
¡¡ Espero que hayan tenido una
Pascua de reflexión,
y esa interiorización les permita descubrirse más, para conocerse más !!
La autora desea permanecer en el anonimato, pero le agradezco mucho su
presente, su permiso para compartirlo con ustedes, y espero los haga
reflexionar al respecto
Dra. María
Guadalupe Abac Archundia
Abril 2016