Tema del Mes > Abril 2008


Homenaje a la doctora y analista junguiana
Sonja Marjasch
(1927-2007)

El pasado noviembre, estando de viaje por Suiza, me llegó una desagradable noticia: fui advertida de que Sonja Marjasch estaba muy enferma, pero que sí sería posible verla para poder despedirme de ella. Esta coincidencia de tiempos y espacios, originada por un evento no grato, la considero muy afortunada y oportuna, pues trajo a mí una hermosa reconciliación con quien fuera mi analista, maestra y amiga.

Fue durante el "I Encuentro Interdisciplinario, Símbolos y Arquetipos en el Hombre Contemporáneo" —organizado en la Ciudad de México, en 1991— que se dio mi separación de la sociedad junguiana que yo había fundado en el país, a mi regreso de Zurich; esta disociación marcó también mi alejamiento, por muchos años, de Sonja, a quien invité como conferencista de dicho evento.

A partir de ese momento se abrió para mí la posibilidad de encontrarme conmigo misma; de descubrir que a pesar de ser psicóloga por formación, mi base —mi naturaleza— es de artista. Separándome del grupo junguiano y caminando sola, me afirmé como "Artista del alma", logro en el que Sonja participó en forma indirecta pero contundente.

El reencuentro con Sonja, hace unos meses, me permite cerrar un círculo que ha sido muy creativo para mí, nacido de aquella separación. A ella le agradezco toda su aportación y riqueza de conocimiento. Sonja fue también una "Artista del alma"; un ser cuya alma contuvo una abundancia de vitalidad y de creatividad.

Se fue una mujer muy original, como analista abrió siempre posibilidades a la creatividad de la psique; una persona de un sentido del humor muy especial; un ser relacionado con la naturaleza de forma única y peculiar (recuerdo nuestras sesiones de análisis, donde compartíamos en su casa con el gato, el perro, los ratones y los pájaros).

Hasta pronto Sonja, ¡Que tu viaje a la integración con la esencia haya sido tan bello y rico como tu vida! ¡A nosotros nos queda lo bello de tu alma!

En este último encuentro con ella, me entregó el documento con la ponencia que dio en el congreso ya mencionado, con la indicación y autorización para publicarlo en español. ¡Es para mí un gozo, un placer, compartir el legado de Sonja con Ustedes!

Dra. María Abac Klemm



Símbolos en transición
Autor: Dra. Sonja Marjasch
(Parte 2 de 2)

Inesperadamente, estas experiencias apelaron otra memoria de infancia. Una tía, como premio excepcional, me dejaba coger una pequeña bola de marfil. Estaba cortada con un patrón de capas, así que podía ver dentro de ésta otra pelota más pequeña, que a su vez tenía otra capa que dejaba ver en el centro una aún más pequeña. Cuando rodaba la bola cuidadosamente sobre mi mano, esferas dentro de esferas se abrían lentamente y se volvían a cerrar. Era maravilloso. Según me contaron que esta bola estaba hecha en China. Nunca supe cómo llego a manos de mi tía y cuando ella murió, ésta desapareció.

A espaldas de mi espacio de trabajo, cuelga una tabla o nearika hecha por un huichol de la Sierra Madre. La tabla está hecha con un estambre de lana, fijado con cera de abeja sobre un tablero de madera. Lo compré en 1975, durante la “Semana mexicana”, en un centro comercial de un suburbio cercano a Zurich. Con el fin de promover el turismo, el Fondo Mexicano de Fomento a las Artesanías montó una exposición exquisita de arte folklórico, en el que se vendían las piezas. Por la parte de atrás de la nearika está escrito lo que representa. Yo tuve que recurrir a la traducción de un amigo: “El pájaro tiene que tocar la flor del viento para aprender cómo cantar”. Este es un momento delicado. Al pie de la montaña un jaguar espera, listo para devorar al pájaro si éste falla. A la izquierda está el chamán llevando a cabo un ritual. Toda la escena es parte de la búsqueda del peyote sagrado, por lo tanto, esta nearika tiene un significado religioso. Desconozco si esto halla sido hecho para un ritual religioso o para su venta. En mi cuarto yo lo tengo colgado arriba de la estufa que me sirve a mí y a mis pacientes como barra de café o té. La nearika no preside un rito sagrado de intoxicación, el té y el café tienen algo de estimulantes, pero también un efecto de mantenerse en la sobriedad.

¿Porqué entonces compré y colgué esta nearika? Esto me lleva a otra historia. En 1970 volé a Londres para hacer una exposición de diapositivas sobre la transformación de una depresión estéril hacia la melancolía creativa, en la que el simbolismo del número 5 juega un papel preponderante. En este viaje compré una copia de la revista Sunday Times, que tenía en la portada una nearika Huichol y dentro venía un artículo largo e ilustrado sobre esta tribu, sobre el chamán Ramón Medina (ahora muerto) y sobre las tablas o nearikas. Una de ellas mostraba cómo el chamán, cinco años después de la muerte de una persona de gran sabiduría, trae el alma de este hombre a la tierra para que permanezca como guardián espiritual de su familia, con la forma de un cristal de roca de cinco puntos.

En el contexto de mi plática esto me daba un gran significado, ya que las nearikas huicholes estaban impresas en mi mente. Sigo teniendo esa revista (ya está muy gastada). Cuando después de cinco años me encontré con la nearika en el centro comercial, fui directamente hacia ella, la compré y para mí es un mensaje de una cultura extranjera y a la vez, una presencia familiar. Dentro de este contexto, comprendí que el lugar que ocupa en mi casa no es accidental.

Cuando descolgué la nearika para ver qué sucedía si no estaba en ese lugar, me di cuenta de que toda la pared se encontraba fuera de balance en varios niveles. Algunas veces ayuda a ponderar lo que falta cuando un objeto está ausente. Hasta entonces me di cuenta de que todas las pinturas que están en la pared se complementan unas con otras.


Viendo hacia el área donde me siento con mi paciente, está colgada la reproducción de una acuarela de Matisse, llamada Ventana abierta. Muestra la vista hacia un paisaje iluminado por el Sol. Al otro extremo se encuentra la nearika que es como una ventana al espacio interior y opuestas a ambos, hay una fila de ventanas que dan hacia un viejo huerto que ha crecido de manera silvestre. Además, el cuarto tiene dos puertas, una para entrar de la sala de espera enmarcada por la estufa y otra puerta para salir por la cocina que tiene el piso chueco y te lleva a la parte de atrás de la casa (que inicialmente era la entrada). Así que es muy difícil determinar qué está adentro y qué afuera.

El trabajo psicológico que se hace en este cuarto es ver hacia la vida interior y exterior, tratando de relacionar una con la otra. Un sueño recordado es por naturaleza de dos caras, que ven hacia estas dos direcciones, aunque generalmente se enfatiza más en una que en otra. El trabajo analítico es como una doble espiral, siempre en crecimiento, que nos lleva del centro de una persona hacia fuera, una y otra vez. Para esta travesía no existen pasos preescritos como la iniciación en alguna religión específica, por ejemplo, el culto huichol al peyote, en el que el chamán es el líder. La terapia junguiana no es una religión esotérica, sin embargo ayuda a las personas a incrementar su sentido de valor personal, que está enclavado en una comunidad humana y espiritual. Subrayo este punto con el sueño de una mujer de edad madura. Ella soñó que estaba yendo a una iglesia con su hijo pequeño (ella no va a la iglesia asiduamente y sus hijos ya están grandes). Como es costumbre en Suiza, los números de los himnos y versos que se cantan durante los servicios se marcan en un pizarrón que está junto a la puerta. El niño toma el libro de canciones y se lo entrega a la madre. La música del órgano empieza y ella canta el himno indicado, junto con las otras personas. Pero ella está en desacuerdo con los versos elegidos y canta un verso de su propia elección. Una persona le pica por detrás y le señala el verso correcto. Ella, sin perturbarse, sigue cantando, voltea a la balaustrada de la iglesia y ve que las estatuas de piedra de los santos, colocados muy arriba, toman vida.

En este sueño, la mujer tuvo una valiosa experiencia que la ayudó a vencer una actitud de "hago esto o lo otro" (si voy a la iglesia, sigo las reglas como se prescriben exactamente, o no voy de plano). Los santos de piedra tomaron vida otra vez, liberando energía, ayudando y mediando. Esta experiencia de sueño se puede aplicar a muchas situaciones de la vida diaria.

En la nearika huichol, el chamán tiene los cuernos de un venado sagrado en sus manos y en su cabeza. Dentro de la creencia huichol, las personas que toman la prueba del peyote están en peligro de pelear con las nubes, tratando de cruzar al otro mundo. Con la ayuda de los cuernos, el chamán mantiene abierto el pasaje hasta que todos hayan atravesado. En la vida cotidiana, enfrentamos, a un nivel profano, un peligro parecido al abordar o bajar de un camión o de un tren con puertas que se cierran automáticamente. Nos sentimos agradecidos si un amigo pone un pie sosteniendo la puerta en lo que estamos a salvo, ya sea al entrar o salir. Esta entrada es difícil de pasar en ambos lados. En el trabajo analítico, algunas veces pongo mi pie en la puerta cuando siento que ésta, que se encuentra entre el mundo de los sueños y la vida diaria, quiere cerrarse rápidamente. Cuando en una sesión mantengo la puerta abierta a través de mi atención, sucede que el paciente, quien al principio no recordaba ningún sueño, recuerde un fragmento y finalmente un sueño completo. El chamán huichol lleva a cabo esta tarea con la ayuda del venado sagrado. Quizá el analista también tiene un ayudante animal escondido, designado con el término instinto psicológico.

El ir y venir entre el mundo interior y exterior no es tan sólo un mero proceso psíquico. Esta fundamentado en el cuerpo y modificado por éste. Nuestra existencia física es la base común de todo y es inseparable del soporte psicológico común que Jung llama el "inconsciente colectivo". El entendimiento simbólico siempre se entiende y se expresa en el cuerpo, algunas veces mucho antes de ser verbalizado.

Otra vez una memoria me asalta, queriendo ser parte de lo que tengo que decir. En el duro invierno de 1947 llegué a Stuttgart, cansada y sucia de una misión en Berlín. En la antesala del único hotel que seguía en pie, reservado para la fuerzas armadas norteamericanas, un grupo de personas, elegantemente vestidas, veía un show de acróbatas y juglares chinos, con unas espléndidas vestimentas. Mareada por la fatiga, me imaginé que esta tropa de acróbatas habían venido desde China, para actuar lo que parecía que eran. Su oficio es una de las profesiones más arcaicas, ya que el lenguaje simbólico del cuerpo tiene una forma de ser universal. Después de mucho tiempo, me di cuenta de que estos chinos venían de Estados Unidos.

El mismo espíritu de aventura anima a estos tres acróbatas de cerámica, moldeados por un artesano mexicano desconocido. La foto los muestra montando orgullosamente a lo largo de un camino en un jardín, y pueden servir como signo  de la integración del cuerpo en el progreso del alma. Son como el árbol de la vida en movimiento. Fotografiados en el exterior, con una suave luz, se encontraban en su magnificencia, pero ya observándolos más de cerca, en el interior, se veían los signos de varias caídas. A un acróbata le faltaban las piernas. Yo encontré una y se la pegué otra vez; después pusieron toda la pirámide en una mesa pequeña, en la sala de espera. Justo después escuché un ruido seguido de un grito. Una joven graduada había venido a contarme sobre sus exámenes finales en el Instituto Jung. Había pasado con honores y en su emoción, hizo un movimiento en el que barrió a los acróbatas, que se estrellaron en el suelo. Recogimos las piezas rotas y nos sentamos en una mesita a platicar, mientras ella pegaba las piezas cuidadosamente otra vez. Pegaba y observaba; los acróbatas y el animal se beneficiaron de esta experiencia, principalmente el toro. Antes del accidente, el toro tenía una apariencia de tonto, pero la caída hizo que abriera su bozal y ahora parece como si fuera a hablar. Este suceso espontáneo nos enseñó a mi y a mi joven colega, una vez más, que de una forma simbólica la terapia analítica y el entrenamiento profesional, no terminan al llegar a un estado de perfeccionamiento, sino en el estar cada vez más vivo.



En mi oficina hay una cómoda con cajones de madera, hecha por un carpintero local para mi tatarabuelo, que era un médico rural, para guardar sus medicinas. Sobre ésta, se encuentra un reloj que marcaba el tiempo de mi niñez en la casa de mi abuela. Siempre es un poco lento y cuando, presionada por el tiempo, abro y cierro los cajones bruscamente, azotándolos, éste se detiene, lo que me hace dar cuenta del estado mental en el que me encuentro. Yo respeto su advertencia, pues su sonido es como el ritmo del corazón.



Junto al reloj se encuentra una mujer de cerámica, creada por la famosa artesana Teodora Blanco, de Santa María Atzompa, Oaxaca. Esta pieza también la compré en el centro comercial suizo, en 1975. La mujer de cerámica de Teodora parece imperturbable y misteriosa. No tiene ningún fin práctico. No está cargando ningún cubo de agua en la cabeza, como algunas figuras similares de cualquier otro pueblo cercano a Oaxaca. Tampoco es una diosa que se tenga que venerar, como la estatua de la Gran Madre de India, coronada con elefantes.



Ella meramente es. Y porque ella es, tiene el derecho de ser. Actualmente es un poco difícil de aceptar esta verdad para mucha gente, ya que en la sociedad occidental la autoestima y el valor de la persona provienen de los logros alcanzados. Tienes que lograr metas para poder ser. La presión colectiva por llegar al éxito es la fuente de muchos problemas psíquicos. Puede llevar a una persona a perder su centro. En Occidente, simplemente para ser, se precisa de poder; es como estar parados en un arroyo con corriente rápida. Viendo a la mujer de Teodora, unas líneas de un poema de St. John Perse vienen a mi mente:

La simple chose que violá,
la simple chose d´etre la
dans l´ecoulement du jour.

(La cosa simple, aquí está,
la cosa simple de ser
está aquí, en el transcurrir del día.)

Entre la mujer, los animales y las plantas, no hay jerarquía. La fuerza creativa de la naturaleza fluye a través de ellos y aún no están disociados. Son uno con la naturaleza. Es más obvio cuando la escultura está puesta en el exterior.



¿Qué hay acerca del animal que está sobre la cabeza de la mujer? Mis amigos suizos y yo no pudimos saber si es un torito o un ciervo. No domina a la mujer, más bien está vigilando sus intereses. Parece que está protegiéndola. Teodora Blanco murió envenenada por plomo, una enfermedad de los artesanos causada por el plomo en el barro con el que trabajan. Ella compartía la creencia de que los espíritus protectores toman forma de animal. En México son llamados nahuales. Cada persona tiene, desde su nacimiento, a un animal particular que la complementa (algunas veces varios), que la protege y la asiste. La relación es mutua. El nahual debería enfermarse o morir cuando la persona está en grave peligro. Es por eso que Teodora, durante su enfermedad, moldeó estas figuras femeninas con muchos nahuales sacando sus cabezas por el pecho o la panza, rodeadas por jóvenes nahuales, quienes reemplazan a los que mueren. Tal vez, está trágica pieza de cerámica, la ayudó a prolongar un poco más su ciclo de vida.




   


Cuando escuché por primera vez sobre el vínculo de Teodora Blanco con los nahuales, yo estaba relacionándome más profundamente con los espíritus animales dentro de nosotros en mi propio trabajo. En un taller de entrenamiento para el entendimiento simbólico, le pregunté a los participantes que si su imaginación tuviera forma animal, qué clase de animal serían. Las respuestas fueron: gato, pájaro, pescado, tortuga, perro, caballo, mariposa, etc. Las respuestas surgieron con gran entusiasmo, y después los animales “de la misma especie” se sentaron juntos, para intercambiar experiencias. Cuando se les pidió que compartieran sus puntos de vista con el resto del grupo, los “pájaros” escogieron un orador, mientras que los “gatos” prefirieron mostrar lo que descubrieron acerca de la imaginación felina, con movimientos, maullando y ronroneando por el cuarto. Fue muy sorprendente ver cómo estas acciones imaginativas integraron al grupo.



En los cuentos de hadas es bastante natural que los humanos y los animales hablen entre sí, los animales son confiables y asistentes, astutos colaboradores cuando las circunstancias lo ameritan. Algunas veces también, las personas y animales se hablan en un sueño. Una amiga pintora, quién tiene una relación profunda con su gato, soñó una vez que ella y su gato estaban sentados en una banca junto al río, platicándose una a la otra, y de pronto ella se dio cuenta de que podía olfatear el aire como si fuera un gato.


Ella pintó un boceto de la situación y la leyenda dice “Imagina, pusieron en papel que tenemos una verdadera sociedad”. Esto referente a un reporte científico, de un periódico suizo, sobre la relación que tienen las personas con sus gatos. Una talentosa joven colega una vez me comentó que un paciente suyo tuvo un sueño en el que ella iba a su casa y hablaba con su pequeño cerdo negro. Tuvieron una larga conversación y el soñante y su familia le tomaron gran estima por el hecho.





¡Muchas gracias por su interés!


P.D.: Después de la conferencia me presentaron a un joven chamán mexicano, Lorenzo Gómez, en la Ciudad de México, quien fue de gran ayuda. ¿Qué se puede hacer en psicoterapia cuando el alma animal del paciente está enferma, pero éste, al ser un animal salvaje, es muy tímido para acercarse? Este es un problema que ahora me preocupa. Al venir a México espero poder oír más acerca de los nahuales y de cómo un alma animal enferma puede curarse.



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