Tema del Mes > Marzo 2016

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Este mes quiero iniciar una serie de artículos acerca de los arquetipos junguianos. Aprovechando que recientemente tuvieron lugar las fiestas de Carnaval, caracterizadas entre otras cosas por el uso de máscaras y disfraces, les comparto ahora una síntesis del material que imparto en mi Taller de Arquetipos acerca de la “Persona”, la máscara social y la máscara individual.

Como siempre, les agradezco mucho su presencia en nuestro sitio de Internet y los comentarios que nos hacen llegar... espero que el tema de este mes les lleve a reflexiones personales, y nos compartan algunas de éstas.

Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Marzo de 2016


Persona
La máscara social y la máscara individual
Por Dra. María Guadalupe Abac Archundia

Entendemos por Personalidad todas aquellas partes de nosotros que nos son conocidas, y que gozan del conocimiento y re-conocimiento de los demás.

Esto no necesariamente es real, pues conocemos de nosotros sólo un fragmento de lo que realmente somos. Este “retrato” de nosotros mismos se va construyendo con lo que estamos acostumbrados a ver de nosotros mismos, con lo que nos dijeron que éramos, con lo que creímos que era lo mejor para determinados fines, generalmente la obtención de afecto y aprecio de los demás.

“La Persona es un complicado sistema de relaciones entre la consciencia individual y la sociedad, adecuadamente caracterizada como una especie de máscara destinada por una parte a producir en los demás una determinada impresión, y por la otra, a encubrir la verdadera naturaleza del individuo.” (C.G. Jung, Las Relaciones entre el Yo y el Inconsciente. Edit. Paidós, España, 1997. Pág. 91).

La sociedad espera que cada individuo desempeñe su papel lo más perfectamente posible, que cada cual esté en su lugar. No se espera que sea una cosa u otra, incluso no es aconsejable ser ambas cosas, pues llevaría a la sospecha de no ser confiable. El mundo espera que le presentemos una faz inequívoca por importancia práctica, pues la sociedad sólo reconoce al “hombre social”, al hombre hecho por el medio. Y quien aspire al éxito deberá tomar en cuenta lo anterior.

Pero, naturalmente, nadie debería reducir su individualidad a la satisfacción de los demás, así que se hace inevitable la construcción de una “Personalidad artificial”, que cumpla con las exigencias de formalidad y buenas costumbres, una máscara adecuada, y detrás de ésta nacerá lo que llamamos “vida privada”, donde conservamos nuestro mundo interior. Muchas veces se hace tan celosamente que el sujeto se olvida de quién es realmente, y puede desarrollar síntomas de angustia, ansiedad, miedo, etc.

“Esta muy conocida división de la consciencia en dos figuras, a menudo divergentes hasta lo ridículo, constituye una  dicotomización psicológica que no puede dejar de tener consecuencias para el inconsciente.” (C.G. Jung, op. cit., pág. 92).

Por esta, y muchas otras razones, la construcción de una Persona adecuada a lo colectivo es una concesión que generalmente todos hacemos. Ello implica “… un verdadero autosacrificio, que obliga al Yo a entrar en una directa identificación con tal Persona; de modo que hay gente que cree ser en efecto aquello que representa.” (C.G. Jung, op. cit., pág. 92).

Este compromiso con la sociedad nos lleva a “Perder el Alma”, pues nos recortamos para encajar en el molde que nos hicieron, y nos conformamos e ilusoriamente le llamamos “nuestra Personalidad”.

De esta manera nos observamos cómodamente en la vida de costumbre, en nuestra “Personalidad número uno”. Ésta domina en el mundo diurno, es “… básicamente responsable, perseverante y socialmente reconocida: cuando se mira al espejo ve el mismo cuerpo familiar de siempre”. (Hillman, James. Re-Imaginar la Psicología. Edit. Siruela, España, 1999. Pág. 108).

Mientras más permanezcamos en esta postura, podrá llegar a ser amenazante, si no es que aterrador, llegar a darnos cuenta que: “La Personalidad consciente es un recorte más o menos arbitrario practicado en la Psique Colectiva.”  (C.G. Jung, op. cit., pág. 48).

“Nadie ignora qué significa poner cara de funcionario o desempeñar un papel en la sociedad… Por la Persona uno aparece como esto o aquello, o se esconde de grado tras una máscara; o inclusive, se fabrica una Persona determinada como un muro de protección”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 71).

“Ella consiste en una suma de hechos psíquicos que se experimentan como personales”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 49).

Somos fuertemente escrupulosos en la selección de ciertos elementos, a los que designamos de nuestra pertenencia, y les asignamos la categoría de Personales. Nuestra “consciencia sólo personal” dará preferencia y acentuará los elementos reconocidos, y reprimirá, negará, olvidará o pasará por alto todos aquellos que no encajan o que no se adecuan a nuestra exclusiva selección. Así, realizamos el auto engaño, y en el intento por no salir del molde colectivo ¡¡ somos capaces de lo que sea !! Y de ahí el surgimiento de la neurosis, por dejar de ser lo que realmente somos.

Recomiendo la lectura “El Castillo”, de Franz Kafka, que trata sobre la alienación de la burocracia y la frustración, aparentemente interminable, de los intentos de un hombre por oponerse al sistema. Muchas veces nos sometemos a esa burocracia de nuestro mundo exterior, y vendemos el alma al “diablo” del éxito, dejando de ser lo que es nuestro Ser real y/o prostituyendo nuestra alma y perdiendo el espíritu.

También les recomiendo ver película de Woody Allen “Zelig”, que trata de la crisis de identidad e irracionalidad que originan trastornos de la personalidad.

Y para lograr lo anterior, para mantenernos a salvo detrás de esta “Personalidad”, contamos con el “intelecto”, valioso instrumento que, con su acentuado criticismo, nos permitirá mantenernos alerta de que “nada se nos vaya a escapar de control”, descubrir las posibles fallas que pudieran “delatar” algún rasgo oculto, y así seguir al abrigo de lo conocido y re-conocido. Esto nos encadena y nos obliga a acrobacias intelectuales para regresar al refugio.

“Esto no deja de ser una especie de auto educación, pero demasiado arbitraria y violenta; en aras de una imagen ideal conforme a la cual el sujeto querría configurarse, debe sacrificarse demasiado de la general humano”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 49).

“Este recorte de la Psique Colectiva, practicado con tanto esfuerzo, es lo que he denominado “Persona”. Este término es en realidad una expresión adecuada, pues Persona significa originariamente la Máscara que llevaba el actor y que indicaba el papel desempeñado por él”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 50).

No es coincidencia que de la raíz latina Persona deriven los términos “Personalidad” y “Personal”. Pero, si solamente por las circunstancias es formada la Persona, es un grave error considerarla “nuestra Personalidad”.

“Como su nombre lo dice, no es sino una máscara de la Psique Colectiva, una máscara que finge individualidad, haciendo creer a los demás, y a uno mismo, que se es individual, cuando no constituye sino un papel representado, donde la psique colectiva tiene la palabra”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 50).

La Persona no es algo “real”. “Constituye un compromiso entre individuo y sociedad, acerca de lo que uno parece. Uno asume un nombre, un título, representa una función, es esto o aquello. Lo cual, naturalmente, en cierto sentido es real, pero en relación con la individualidad del sujeto sólo como una realidad secundaria, una mera configuración de compromiso, en que muchas veces participan aún más otros que uno. La Persona es una apariencia; una realidad, podría jocosamente decirse, bidimensional”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 50).

Lo que sí podemos reconocer como Individual es la preferencia en la selección de estos recortes, ahí se encuentra algo verdaderamente individual, algo auténtico. También son delatores de nuestra Individualidad aquellos actos que dejan nuestra “huella”, y aquellos que constantemente negamos.

Lo que nos “des-cubre” nos ahorra camino… es cuando el inconsciente colabora, de manera natural y no propositiva, en la manifestación de lo real en nosotros, y sus contenidos son siempre inversos y compensatorios. Son estos contenidos, que tanto repudiamos, los que finalmente conducen a la verdadera Individualidad.

“Los procesos inconscientes están, con respecto a la consciencia, en una relación compensatoria. Utilizo expresamente el término compensatoria, y no opositora, porque la consciencia y el inconsciente no están en oposición, sino que se complementan recíprocamente, formando una totalidad, el Sí-Mismo”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 74).

“Los procesos inconscientes compensatorios del Yo consciente contienen todos aquellos elementos necesarios para la auto regulación de la psique total. En el nivel individual, son los motivos individuales no reconocidos por la consciencia, que aparecen en los sueños, o significados de situaciones cotidianas que han sido pasados por alto por nosotros, inferencias que hemos omitido extraer, o movimientos afectivos a los que no prestamos consentimiento, críticas de las que nos hemos abstenido”. (C.G. Jung, op. cit., pág. 74).

¿Será que verdaderamente somos lo que nos revelan nuestras más ocultas fantasías? ¿O tal vez la clave está en los “actos raros” que hacemos? ¿O en los accidentes, equivocaciones y olvidos? ¿Será en los sueños y en nuestras absurdas fantasías donde verdaderamente podremos conocer lo que somos? ¿O serán nuestras compulsiones, o nuestras adicciones, las que delatan lo que realmente nos sucede, y a través de éstas nuestra alma quiere manifestarse?

El mundo nos incita a identificarnos con la máscara pero, desde el interior, el inconsciente oprime al Yo con la misma fuerza con que éste es atraído por la Persona. Si por fuera se actúa un papel de “bueno” y “noble”, por dentro se desarrollará, bajo los influjos del inconsciente, una perversidad y mezquindad, tan fuertes como sea el grosor de la máscaraFlag Counter

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