De la época actual ya no podemos
decir que sea un tiempo de “generación del amor” o, como algunos
autores llamaban, tiempo de la “melancolía erótica”, sino que hay un
marcado detrimento del eros.
Para los antiguos griegos y romanos, el corazón controlaba el saber,
los pulmones el habla, la hiel causaba la ira, el bazo hacía nacer la
risa y el hígado era el incitador a amar.
Y las disfunciones en los órganos y sus competencias eran ya conocidas
y señaladas, como en el mito de la diosa Leto, donde un buitre se comía
el hígado de Ticio, como castigo al intento de estupro contra ella.
Es justo esta metáfora mítica lo que está sucediendo en nuestra época,
pues se ha perdido la capacidad de amar en la sexualidad, “el buitre se
ha devorado el hígado”, el órgano de la posibilidad de amar, y se ha
desatado la voracidad sexual destructiva hacia las mujeres y el
entorpecimiento de la sensibilidad de los hombres.
Por eso me da mucho gusto que el analista junguiano don Enrique Galán
Santamaría nos comparta este mes su escrito “Exilio de Eros”, donde nos
invita a reflexionar más sobre la ética y el eros en la sexualidad…
¡esperamos sus valiosos comentarios!
Dra. María Guadalupe Abac
Archundia
Febrero 2019.
Exilio
de Eros
por don Enrique Galán Santamaría
¿Qué está pasando con la sexualidad en nuestros días?
La pornografía ocupa un lugar privilegiado en Internet y parece ser que
nuestros niños y jóvenes se inician de ese modo tramposo y violento a
la vida sexual, con prácticas que exceden las más calenturientas y
crueles fantasías del marques de Sade. La pederastia parece haberse
transformado en una plaga, desde la jerarquía católica a las mafias que
comercian con ella. El movimiento MeToo está acabando con el silencio
de décadas sobre los abusos sexuales de los poderosos sobre las
mujeres, extendiéndose la imagen de una victimación generalizada de la
mujer a manos del varón. Aquí y allá gotean las noticias de violaciones
en grupo, hasta la muerte en no pocos casos. Se dan asesinatos sádicos
de grupos de mujeres o de niños en forma ritual. Se extiende un
imaginario temible de la sexualidad, como si el inquietante dios Pan se
hubiera enseñoreado de ese ámbito básico de la vida.
Por otra parte, a raíz de la diferencia entre el sexo biológico y el
género cultural, se ha producido una eclosión de la elección de género
hasta el punto de negar que haya naturaleza en la especie humana, y se
ponen a punto estrategias médicas para el cambio quirúrgico de sexo o
la masculinización o feminización endrocrinas. El movimiento LGTBI se
quiere progresivo, y se ha establecido un LGTBI+, a la espera de que
vayan surgiendo nuevas formas de adscripción sexual que nada deban al
sexo biológico. Se instaura una nueva terminología floreciente para
definir identidades relativas a la sexualidad o se hace una ideología
de la castidad. Ya es internacional el movimiento celebratorio del
Orgullo Gay, que ha adquirido una relevancia política inaudita. El
matrimonio homosexual se tiene por el máximo del progresismo
institucional.
Aparecen síndromes como la adicción al sexo y el autoerotismo crece sin
pausa, mientras se extiende la opinión de que «el sexo está
sobrevalorado». El turismo sexual, una forma más de explotación de los
damnificados de la Tierra, es cada vez más amplio y visible. La
prostitución con sus muchas especialidades no deja de aumentar
mundialmente. Son frecuentes los embarazos adolescentes en los países
desarrollados. Y las agresiones sexuales indiscriminadas, propias de
las guerras, se hacen endémicas en las intervenciones de pacificación
supraestatales.
Aparentemente, todo ello estaría movido por un hedonismo sin cuento, la
búsqueda de un placer desaforado. Pero es evidente que ese discutible
goce no está ligado a los encantos de Afrodita sino que revela
más bien la agonía de una impotencia enmascarada bajo el poder tiránico
del abuso. Eros está exiliado.
Es urgente entender qué significa esta desmesura. Qué revela del
espíritu de este tiempo, cuya crueldad no se ciñe exclusivamente a este
reducto básico del amor y la alegría de la intimidad. Animo desde esta
página a una reflexión común de los interesados en la psique colectiva
tan cara a la psicología analítica. Tal vez podamos comprender el
ascenso de Pan sobre las artimañas de Hermes y los trabajos de Hefesto,
omnipresentes en nuestra sociedad
Enrique Galán Santamaría
Madrid, febrero 2019
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