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Siguiendo
con el tema abierto el pasado mes de enero 2016, acerca de las
condiciones que deben darse para considerar la finalización del proceso
psicoanalítico, les presentamos ya un enfoque junguiano, y en esta
ocasión será un enfoque freudiano.
Le agradecemos mucho al Dr. Federico Velázquez Azpe su excelente escrito, que nos parece muy conciso y claro. Dra.
María Guadalupe Abac Archundia
Febrero 2016 Fin del
proceso de orientación psicoanalítico.
Por: Dr. Federico Velázquez Azpe. El fin del principio…queda claro que comienzo este breve análisis de cómo llega a su fin éste proceso orientado psicoanalíticamente, ya que es el comienzo de una forma de vida distinta. Pareciera ser muy radical esta acotación; sin embargo, el lograr lidiar con los demonios del inconsciente o incluso con sus ángeles no es una tarea trivial; pero el paciente, con base en su analizabilidad y a su perseverancia, ha logrado ver una nueva perspectiva de vida. De manera introductoria debemos de considerar que el paciente ha llegado al análisis con una serie de malestares y dolencias propias de un proceso de desequilibrio psíquico y con un proceso neurótico fuertemente marcado y, cabe mencionar, totalmente cíclico. La primera valoración hecha al paciente y una adecuada focalización de la conflictiva es lo que nos da paso a poder seleccionar como sería el proceso de cura mediante la palabra. Pareciera algo sencillo, aunque es de preponderante interés e importancia una destreza clínica en el analista, ya que ésta es la principal herramienta para el proceso psicoanalítico. Acotaré qué elementos cruciales a lo largo del proceso y que éste sea capaz de ser tanto fructífera como también satisfactoria para el paciente, ya que el proceso hará cimbrar su mundo interno, y si en ese terremoto intrapsíquico aun vive agresivo el “setting” terapéutico, se dará un fin anticipado ya que el paciente decidirá abortar el proceso en el cual, sin ser la labor del analista ni tarea primaria, como agresivo y poco fructífero para su dolencia y malestar. El inicio del fin del proceso, con base en mi experiencia clínica de 12 años, es algo más complicado que sólo haber cumplido ciertas expectativas del paciente. Como primera instancia es preciso buscar el ya mencionado equilibrio y así poder analizar las situaciones del paciente que lo trajeron a psicoterapia. Conforme más vayamos escavando y se profundice en la vida del paciente, aparecerán más y más cosas al “set” de análisis.. Es cuando el analista obtiene la oportunidad de poder dirigir al paciente hacia su cura. Podrá el paciente tener recaídas, pero sin que se requiera la atención o intervención del terapeuta nuevamente, ya que ahora lleva las herramientas para lograr la autorrecuperación. Cabe mencionar que esto sería un proceso ideal que se da en muy pocos pacientes. Un fin anunciado: ¿cuándo anunciarlo?; ¿cómo anunciarlo? Fin de una relación terapéutica. El proceso trasferencial estuvo presente y está presente hasta el fin del análisis, tanto positivo como negativo, y que en cada momento sirvió o existió un buen objetivo en el trabajo del paciente. Pero a su vez, la contratrasferencia también hace su aparición, aunque de una forma mucho más controlada y experimentada por el facultativo. Sus beneficios o prejuicios serán mejor planeados por el propio analista. Un fin anticipado erráticamente hará que el paciente se viva en proceso de abandono, que comience a vivir al analista como objeto amenazante, y no como un objeto reparatorio. Un adecuado preludio de comenzar a cerrar el trabajo sería complicado. Guiándome en mi experiencia profesional, más que en una literatura, que en ocasiones pareciera quedarse al filo de la realidad; cuando el analista ha de determinar que el proceso comienza a llegar a su fin sería prudente espaciar el análisis de dos o tres veces por semana, a una vez por semana y si éste fuera semanal espaciarlo a una sesión cada dos semanas, continuando con un proceso de acompañamiento por unos meses con este método para comenzar a espaciar las sesiones una vez al mes; y así por unos meses hasta llegar a espaciarlas cada tres meses; y a seis meses y finalmente el cierre a un año la sesión. Es de suma importancia determinar que estas sesiones que menciono de acompañamiento son una constante revaloración del paciente, para así lograr el mejor y más cercano pronostico de cómo el paciente está lidiando con su día a día. Así poder hablar de manera verídica y yaciente, de los verdaderos avances en el paciente y a lo largo de un proceso complejo y no de corta duración, pero si con el tiempo y proceso necesario para poder pronosticar un adecuado análisis comportamental y psíquico del paciente. A reserva de ir tornando las distintas situaciones por las que se atraviesa cuando algo llega a su fin, es acotable que, de ambas caras de la moneda, existen vivencias tanto positivas como negativas. Con el fin de ilustrar un poco más, bajo la óptica del paciente, terminaría de manera anticipada el proceso en el momento que ya no se sienta cómodo con éste o se comiencen a cimbrar más cosas de las que quiera o no programó en su mente, que conllevaría un proceso transferencial negativo. Del otro lado de la moneda, el analista, al experimentar un proceso contratransferencial negativo, podrá dar por terminado el análisis de manera prematura, en virtud del efecto causado por haber cimbrado el mundo psíquico del paciente. En este caso se manifiesta en maniobras defensivas de alto nivel del analista, por lo que hará todo lo posible para que el paciente decida abortar el proceso; mientras que éste responderá de cierta manera programada con base en lo que el facultativo quiere lograr en él. Aquí la experiencia clínica del analista tiene una función medular, ya que, si actúa con destreza, los objetivos se verán ampliamente obstaculizados por elementos de resistencias, altamente abortivas por parte del paciente. A razón de un anunciado fin del análisis, el paciente puede experimentar pequeños lapsos de ansiedad, lo que es normal por la separación del analista. Es una ansiedad deseada, dado que nos da a entender la alianza de trabajo que se dio entre ambos durante el análisis. Sin embargo, el analista, debe estar al pendiente de ella dado que, si no se maneja de manera adecuada, se puede obstaculizar el fin del proceso. Es deseable y hasta cierto punto necesaria la aparición de la mencionada ansiedad para que el mismo paciente se dé cuenta de las herramientas con las que ahora cuenta para lidiar con esta situación, que no tiene de que alarmarse, e incluso no es necesario que corra con el analista, dado que ahora puede lidiar con el día a día y con una gran efectividad porque sabe de donde surgen estas ansiedades. Dicha ansiedad comienza a manifestarse al espaciar las sesiones de análisis: si se tenían sesiones semanales, empiezan a espaciarse a una sesión cada dos semanas en principio y posteriormente una vez al mes. En este proceso de espaciamiento el paciente comienza a hacer conciencia de todos los avances reales de la psicoterapia y comienza a manejar él mismo de manera muy efectiva la ansiedad al grado de asentar el terreno para que se dé el fin del análisis. Sin embargo, éste final debe ser preparada por el analista, ya que de otra forma podrían ocurrir eventos fuera de un control psicoterapéutico y por lo tanto nada positivos. La última sesión: la mas anhelada y a la vez la más temida. ¿Por qué es así?. Sólo es la forma de terminar algo que mucho tiempo atrás se comenzó y, como todo término, conlleva en sí una serie de situaciones y sentimientos ambivalentes porque, a pesar de haber encontrado la cura mediante la palabra surge el miedo por los malestares que lo llevaron a análisis. Por otro lado, comienza a sentirse mejor y ya se siente funcional para sortear los avatares de la vida, pero con cierto malestar, producido por el miedo que pudiera detonarse nuevamente la sintomatología sin que exista la presencia del analista para reconfortarle y ayudarle. Por ello debe mencionarse al paciente que el analista estará presente en caso de cualquier contingencia, lo que ayudará a darle seguridad y a tomar su camino de frente y sin mirar atrás pues el analista ya no camina a la par del paciente. Las últimas palabras que bien podría decirle el analista a su paciente serían: “Las sesiones han llegado a su término, ésta es la última, tienes todo para continuar sólo tu camino”. Y se da el cierre del trabajo, acotando que, la puntualidad, la asistencia, la perseverancia, la constancia, lo adecuado de sus pagos y el compromiso consigo mismo durante el análisis por parte del paciente son condiciones óptimas para poder concluir satisfactoriamente el análisis. |