Tema del Mes |
Este
mes, el Lic. Daniel de Laborde amablemente nos regala con algo de su
arte, el arte de la fotografía, para seguir ahondando en el tema de los
reflejos. Con tres retratos nos muestra tres formas distintas de
reflejos en el mirar. En dos de estas miradas hay la extrospección de quien observa el mundo de afuera, y en ese mirar la energía del Ser interior será focalizada hacia el exterior. Aquí, el sujeto ve también a quien le está captando... hay una reciprocidad en el mirarse, por consiguiente, una correspondencia. En el tercer rostro vemos la mirada de la introspección, es decir, el sujeto está absorto en lo que está pasando en su mundo interior, ya sean pensamientos, sensaciones, recuerdos, elaboraciones filosóficas, sentimentales o emocionales... el sujeto dirige su mirada hacia adentro. Sobre el tema de los reflejos, Daniel nos presenta estas tres formas de relación del sujeto con el objeto exterior... los ojos, se dice, son el “espejo del alma”, ya que podemos ver en la mirada del Otro su profundidad; pero también, los ojos pueden ser el espejo en donde el sujeto exterior se vea reflejado, en la mirada de quien tiene enfrente. En las fotografías donde el sujeto fotografiado mira al fotógrafo podemos observar los cuestionamientos que hace el mirado a quien lo mira. ¿Cuántas veces en la vida, al sentirnos observados, optamos por alguna de estas dos siguientes vertientes: una, cuestionarnos qué es lo que el Otro observa de nosotros; y la otra, que al sentirnos observados somos invitados a mirarnos interiormente? Las miradas, como el espejo, nos invitan a la introspección y a la extrospección. Al respecto, Daniel de Laborde nos comparte a continuación lo que estas tres fotos provocan en él. Dra.
María Guadalupe Abac Archundia
Febrero 2014 El poder secreto
del retrato, la magia del espejo.
Por Daniel de Laborde |
Elegí tres retratos, tratando de
entender qué pasa cuando los veo y me
ven. Estos retratos remontan a 1974 (La Bailarina), 1975 (El Niño del
Barco) y 2006 (La Bella con el Arete de Corazón). Sin embargo, siempre
han ejercido y siguen ejerciendo un magnetismo particular en mí. ¿Por
qué se mantienen tan vigentes?, ¿qué sucede?... Surge un
diálogo a pesar del silencio del intercambio, potenciado por
éste, por lo que desencadena un encuentro efímero, un instante.
En mí, generan un
cuestionamiento. Por eso llamo a estos tres retratos:
“Mis interrogantes”. Dos de ellos ven a la cámara, directo a mis ojos;
y el otro, es una mirada hacia adentro, que siempre despertó muchas
preguntas. Los tres son inquisitivos. También abren –exactamente– un
fascinante proceso inverso y, a su vez, las preguntas son de mí hacia
ellos.
Los que me
observan, con una mirada despierta, activa y curiosa,
cuestionan lo más profundo de mí mismo, sin mostrar prejuicio alguno.
Quizás este rasgo los hace aún más enigmáticos y atractivos para mí.
¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿qué he hecho en la vida?, ¿por qué
etapas he
pasado?, ¿cómo soy?, ¿qué pienso?... y muchas más. Me invitan a hacer
un
balance, una reflexión de mí mismo. Son retratos atemporales, porque
las preguntas perduran y las respuestas, siempre cambiantes, van
evolucionando.
Y mientras pienso en
las
respuestas se establece el diálogo, con esas
mismas preguntas que yo puedo regresarles. En el transcurrir del
tiempo, me pregunto: ¿qué habrá sido de ellos?, ¿cuál será su vida?,
¿habremos compartido situaciones, afectos, dificultades, momentos
felices?, ¿tendrán hijos y parejas? Todas las preguntas que imagino
pueden
hacerme, al ver o imaginar sus retratos, las puedo tener también, es la
magia del espejo.
La chica cuya
mirada es ajena, genera –paradójicamente– la misma
curiosidad hacia ella pero con un elemento adicional: ¿cómo logra
abstraerse de su entorno y tornar la mirada hacia ella misma? Recuerdo
que estábamos sentados un grupo de amigos en el pasto, platicando. Su
mirada llamó mi atención, estaba sin estar. Le podría hacer las mismas
preguntas que el niño o la bella a mí y, si se las hago, ¿por qué
motivo
será si no es para encontrar respuestas a mis propias preguntas?
La conversación con estos retratos es sin fin, como aquella con un amigo o amiga íntima, a veces sin palabras, pero sucede siempre que se cruzan las miradas. El poder secreto de un retrato es la magia del espejo. |