Tema del Mes >  febrero de 2012

Nota: Lo invitamos a participar, enviando a nuestro E-Mail
sus comentarios respecto al Tema del Mes y Temas de Meses anteriores,
que con gusto haremos llegar a los autores respectivos.


Antes que nada, agradezco a Rosario por permitirnos compartir un cuento emergido de su trabajo psíquico. Aunque su texto permitiría hacer un análisis a fondo, al finalizar éste les presentaré algunos breves comentarios que se me vienen al leerlo.

Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Febrero, 2012


La Diosa de jade
por Rosario.


    Había una vez, escondido en medio del bosque, un hermoso jardín que tenía una pequeña estatua en el centro, colocada sobre una rosa de piedra.
    El bosque mantenía el secreto del jardín, y en él se desarrollaba la vida; árboles grandes delimitaban su espacio, que estaba cubierto con pasto de distintos verdes, suavidad de hierba cubierta de rocío.
    Diferentes aves dejaban oír su sonido y delicadas mariposillas blancas volaban alrededor.
    Frente a la estatua corría un arroyo, que alegre hacía espuma cuando chocaba contra la piedra.


    Pero la estatua no se movía, era una Diosa de jade y tenía que mantener la compostura; le habían dicho que era la dueña del jardín y debía permanecer en su sitio.
    En su inmovilidad recibía la actividad del viento que llegaba a acariciarla, a devolverle frescura en los días de calor, a presentarle distintos aromas de flores y frutos, de hierbas y plantas, de ardillas y ciervos, de mariposas y cenzontles.
    Muchos años se pensó feliz de tener un distinguido lugar en tan preciosa atmósfera, mas de pronto empezó a notar deseos de moverse, de pasear por el jardín, de tocar las flores y comerse las manzanas, de acostarse en el pasto y meterse al agua.
    Por lo que empezó a mover un poco los ojos, ¡no se había dado cuenta de que podía ver! Aún así permaneció en su lugar.
    Cierto día vio cruzar ante sus ojos una tortuga que nadaba en completa libertad y sin ninguna prisa. A veces asomaba la cabeza a la superficie, y otras se sumergía a bucear por dentro.
    La Diosa de jade se conmovía al verla pasar, le parecía una mensajera de buenas noticias, traídas de la tierra y de las aguas de otros espacios y otras aventuras.
    Muchos días vino la tortuga hasta donde la estatua estaba, mas de pronto no volvió a pasar y la Diosa despertó de su letargo, ¡al darse cuenta que sentía! Sentía la ausencia y la distancia, la rigidez y la postura, la soledad.
    Empezó a mover la cabeza, los hombros, la cintura, y se bajó de la piedra. Sus pies tocaron la hierba y se sintió segura, más segura y protegida que encima del pedestal.


    Sus ojos buscaron al borde del arroyo algún indicio de la tortuga, que le permitiera hallarla de nuevo.
    Caminó despacio, le preguntó a las flores y a las hierbas de la orilla, mas nadie pudo dar cuenta de su paradero.
    Pasó el día con los pies descalzos, buscando una pista, y al caer la tarde decidió regresar a su sitio. Conocía el lugar y, aproximadamente, la distancia recorrida. Pero, ¿dónde estaban su piedra y la forma conocida? ¡En su lugar había una roca negra! Se acercó cautelosa, para descubrir que allí se había instalado la tortuga a tomar el sol; entonces, muy contenta, se subió en ella, y los últimos rayos del atardecer revelaron el secreto de la Diosa de jade: ¡adentro había una mujer viva!

Rosario
Febrero de 2012
_______      ______________________      _______


En este cuento vemos que Rosario narra la búsqueda de lo humano en su vida, en su proceso de individuación.

El que un jardín se encuentre en medio de un bosque es poco frecuente, ya que son dos aspectos de la naturaleza muy contrastantes: uno, el bosque, es la naturaleza tal cual, que representaría al inconsciente colectivo; y el otro, el jardín, que representaría lo cultivado, la consciencia.

Hay, en ese jardín, donde se han cultivado las flores y las plantas (los sentimientos y afectos) una pequeña estatua de jade sobre una rosa de piedra. Esto ya nos habla de que hay algo que se ha petrificado, pero a pesar de eso hay vida en ese bosque.

Y los colores que nos describe en su cuento son los verdes de los distintos pastos, que son de diferentes verdes, o sea que hay matices.

Están también las aves, que son el canto –tanto las aves como las mariposas son elementos de aire–; y además, algo muy interesante de su cuento es el arroyo, que choca contra la rosa de piedra.

Si nos traen este cuento, digamos al inicio o a la mitad del trabajo psíquico, podemos estar optimistas en la posibilidad de trabajar con esta persona. ¿Porqué?... ¡por tanta vida que hay en el relato!

El bosque que nos describe me recuerda los bosques en donde se construían los santuarios, por ejemplo, de los celtas o el de Dodona, en Grecia, que eran lugares de retiro, de meditación, para estar con uno mismo, y donde está lo sagrado. Esto quiere decir que lo femenino de ella, su arquetipo femenino, que tiene características sensuales, está retirado de la consciencia, del mundo, y que su propio proceso está llevándose a cabo dentro del inconsciente.

Cuando hablo de la sensualidad es porque nos habla de las caricias que el viento le hace a la estatua, del aroma que recibe de las flores y frutos, de los sonidos; y vemos que su refugio fue, por muchos años quizás, de extrema introversión, de un estar con ella, hasta que empezó a nacer el deseo de moverse, de pasearse, de tocar, de comer, de acostarse, de bañarse, que son los aspectos ya humanos, las necesidades humanas. Jung habla de la necesidad que tiene lo divino de lo humano para poder manifestarse. Este arquetipo femenino empieza a tener la necesidad de manifestarse en lo humano.

Aquí el bosque nos va a revelar lo que hay que transformar: el arquetipo de ella, que es una diosa de jade, a quien le habían dicho que era la dueña del jardín y que debía permanecer en su sitio.

Es interesante que la diosa sea de jade, ya que energéticamente el jade está cargado de yang, de cualidades solares, imperiales, indestructibles, y el jade era la piedra que, como materialización del principio yang, preservaba al cuerpo de la descomposición. Por lo anterior, podemos decir que esta diosa contenía sus aspectos femeninos pero también, potencialmente, lo masculino.

¿Cuáles son las cualidades positivas de jade? Benevolencia, transparencia, sonoridad, inmutabilidad, pureza.

¿Y las cualidades morales? Bondad, prudencia, justicia, urbanidad, armonía, sinceridad, buena fe.

¡El camino del jade es la virtud! Y es de hacer notar que la personalidad manifiesta en la vida de Rosario está caracterizada por el trabajo con algunas de estas virtudes.

Y es entonces que aparece la tortuga, animal que le muestra la libertad y el movimiento de la no-prisa. Es interesante, porque en nuestro tiempo todo va de prisa, pocas cosas o pocos momentos tenemos ya, los humanos, para movernos lentos y libres en esa lentitud. Se habla que la tortuga es, en muchas mitologías, un símbolo que representa a la Gran Madre Celeste, a la sabiduría, la destreza.

Fue este animal, con su movimiento lento, libre, quien la invitó a sentir, a despertar, para así descubrir el sentimiento de la ausencia, la distancia de lo que amaba, su rigidez y la soledad.

Podríamos ampliar mucho, pero con esto podemos ver ya cuáles son algunas de las características del arquetipo femenino de Rosario: en mujeres, quienes por alguna razón viven de forma introvertida, con dificultad de contacto con el mundo, y cuyo aprendizaje de vida ha hecho que su parte humana se encuentre reprimida, encontramos que su vida es más llevada por un arquetipo que por su parte humana.

Algunas de ellas, como Rosario, en su camino de individuación, descubren lo ausentes que han estado del mundo, y las exigencias que se han puesto para cumplir con esa forma arquetípica de ser. Es entonces cuando nace en ellas el deseo de retomarse como mujeres vivas, y no más como formas arquetípicas de ser.

Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Febrero de 2012

LogoSmall